En el corazón de Florencio Varela, la Parroquia “San Juan Bautista” emerge como una piedra angular de la identidad local, tejiendo su historia con la del propio partido. Desde sus inicios, este templo se erigió como un espacio sagrado donde la comunidad encontró refugio espiritual y celebró momentos trascendentales de la vida.
La historiadora del templo, Susana Basta, desentraña los hilos del tiempo hasta los albores de Florencio Varela. En 1873, mucho antes de que el lugar adoptara ese nombre oficialmente en 1891, Juan de la Cruz Contreras subdividió sus tierras, y una pequeña habitación en la famosa ‘Casa de tejas’ se convirtió en el punto de encuentro inicial para la fe de la incipiente comunidad.
“En un país mayormente católico, los inicios del distrito estuvieron vinculados a la necesidad de la ciudadanía de contar con un sitio para nutrir su fe y rezar”, explica Basta. A medida que la comunidad crecía, la demanda de un espacio más amplio se hizo evidente, y así nació la idea de la actual Parroquia.
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La historia de la parroquia San Juan Bautista
Cada rincón del templo guarda una porción única de la historia local. El altar mayor, un tesoro de mármol, alberga las figuras del Sagrado Corazón, la Virgen del Rosario y el patrono San Juan Bautista, importadas de París en 1912 junto con otros ornamentos. La nave lateral izquierda presenta la imagen de la Virgen de los Dolores y la Cruz del Redentor, mientras que el fondo exhibe El Calvario y los nichos con los restos de ex-párrocos notables.
El sagrario, descrito por Basta como «el área más frecuentada por los feligreses, de gran intimidad con Dios», añade otra capa de significado espiritual al edificio. En conclusión, la iglesia se erige como un «edificio emblemático, con un valor afectivo muy fuerte e importante para todos los varelenses», según la catequista.
La Parroquia “San Juan Bautista” no solo es un lugar de culto, sino un testigo silencioso de la evolución y la espiritualidad arraigada en la comunidad de Florencio Varela. Su historia, marcada por la fe y el compromiso, continúa siendo un faro espiritual que guía a las generaciones venideras.
