La mañana del jueves comenzó como tantas otras en el Colegio William Morris, sobre la calle España al 3060, en Florencio Varela. Pero por la tarde noche, en el primer piso del edificio, la rutina se quebró de forma irreversible.
Lorena Ojeda, 42 años, auxiliar de limpieza, fue encontrada muerta por sus compañeras de trabajo. Estaba colgada por el cuello con una bufanda. No tenía signos vitales.
El silencio fue inmediato. El pasillo se volvió más frío que el invierno que recorre las aulas. Las miradas se cruzaron, y la noticia empezó a circular con fuerza en el barrio y las redes. Una tragedia dentro de la escuela. Otra más que golpea a las trabajadoras invisibles del sistema educativo.
Presencia policial y fiscalía en el colegio
Una llamada de emergencia movilizó a la Fuerza Barrial de Aproximación, que llegó al colegio y preservó el lugar. Poco después arribó el SAME, que confirmó el fallecimiento.
La fiscal María Cecilia Cao, titular de la UFI N.º 5 de Florencio Varela, se hizo presente en la escuela y caratuló el caso como “averiguación de causales de muerte”. Dio intervención a la Policía Científica y dispuso el traslado del cuerpo a la Morgue Judicial para la autopsia.
Una trabajadora silenciosa, una angustia profunda
Según relataron familiares y personas cercanas, Lorena atravesaba una profunda depresión, agravada por problemas personales y sentimentales. Estaba medicada con ansiolíticos.
“Siempre cumplía. Jamás faltaba. Nunca se metía en nada. Era callada, buena compañera”, recordó una docente del colegio, aún conmovida.
Las escuelas también cargan con dolores invisibles
Hoy, los pisos del colegio William Morris ya no se limpian como siempre. El carrito de Lorena quedó detenido. El silencio del primer piso todavía pesa más que la bufanda. La comunidad espera respuestas. Y también el espacio para hacer el duelo.