El Obispo Tissera evocó al Papa Francisco en el Tedeum de Quilmes

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En el marco del 215° aniversario de la Revolución de Mayo, el obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, presidió el Tedeum interreligioso en la Catedral de Quilmes el 25 de mayo. La celebración, profundamente sentida, estuvo marcada por un llamado al compromiso ciudadano, la paz social y la justicia como ejes fundamentales para reconstruir el tejido de una Argentina herida por la desigualdad y la exclusión.

Desde el altar mayor, monseñor Tissera recordó el sentido del Tedeum —una oración de agradecimiento de más de 1600 años de historia— como una práctica viva que ha acompañado los momentos más significativos de la vida nacional. «El Tedeum ha servido para unir a la comunidad en actitudes constructivas y superadoras», expresó el obispo.

En una homilía cargada de referencias históricas y sociales, el pastor quilmeño evocó las gestas criollas que antecedieron al 25 de mayo de 1810 y recordó el rol de los vecinos de Quilmes que resistieron las invasiones inglesas, mucho antes del grito revolucionario que cambiaría el rumbo del país.

Pero el corazón del mensaje giró en torno a la Palabra de Dios. Citando el Evangelio de San Juan, Tissera destacó la paz y la alegría como pilares de la vida cristiana. “Jesús nos deja su paz, pero no como la da el mundo. Su paz es presencia en medio de las angustias y preocupaciones”, sostuvo.

El obispo también tuvo un sentido recuerdo hacia el papa Francisco, a quien mencionó como “el querido papa” y citó extensamente una de sus homilías como arzobispo de Buenos Aires, en el Tedeum de 2006, donde abordaba el valor de las Bienaventuranzas. «Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios», repitió Tissera, aludiendo a la necesidad de una “amistad social” que supere los enfrentamientos estériles y la exclusión del diferente.

Las palabras del obispo resonaron con fuerza en una sociedad golpeada por la crisis. “Desdichado el que no se mantiene fiel a la verdad, el que busca enemigos afuera para no convivir con su amargura”, advirtió, en clara alusión a los climas de violencia verbal y política que enturbian la convivencia democrática.

En un tramo de su homilía que no pasó desapercibido, Tissera criticó la anomia social y la pérdida del respeto por la ley: “La anomia es una malaventuranza. Esa tentación de ‘dejar hacer, dejar pasar’ nos ha costado atraso y miseria. Pobre el que burla la ley, aunque se jacte de sus gozos efímeros”.

Con énfasis, el obispo también denunció el drama del narcotráfico y la indiferencia frente a la miseria: “Desdichados si no nos quema el corazón ver cómo en las puertas de nuestras escuelas se comercian drogas que destruyen generaciones”.

El mensaje fue claro: paz, justicia, verdad, mansedumbre y compromiso. No como ideales abstractos, sino como caminos concretos para sanar las heridas del presente y construir un país más digno para todos.

Acompañaron la ceremonia representantes de distintos credos, autoridades municipales, vecinos y referentes sociales de la región. En un país dividido, el Tedeum de Quilmes propuso volver a unir desde la esperanza.

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