El desgarrador relato de Nilda Eloy sobre su paso por el «Pozo de Quilmes»

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El desgarrador relato de Nilda Eloy volvió a escucharse en un juicio por delitos de lesa humanidad

El relato de Nilda Eloy, una testigo clave en la condena del exrepresor Miguel Etchecolatz en el 2006 y que falleció tres años atrás, volvió a ser escuchado hoy, con la proyección de su testimonio ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que juzga las torturas sufridas en tres centros clandestinos que funcionaron durante la última dictadura militar.

«Yo vi a Etchecolatz en mi casa cuando vinieron a secuestrarme, él daba las órdenes y luego estaba sentado adelante del auto en que me llevaban», contó con voz pausada y firme a Nilda Eloy, en la filmación que se transmitió hoy.

La mujer, con su característico pelo largo blanco que alguna vez fue negro y mereció que la llamaran «Morticia«, dio detalles precisos de su secuestro el 1 de octubre de 1976, en su casa en La Plata, cuando tenía 19 años y era estudiante de segundo año de Medicina.

En esa oportunidad, Etchecolatz, junto a la patota de algo más de 20 personas vestidas de civil, irrumpió en la casa donde Eloy vivía con sus padres y su hermano.

Después, durante 11 meses, estuvo cautiva en La Cacha, en el Pozo de Quilmes, el Pozo de Arana, Vesubio, El Infierno y la Comisaría de Valentín Alsina hasta que la «blanquearon» como prisionera en el penal de Devoto.

«Todo estaba hecho para cosificarnos, era un túnel continuo, cambiabas de lugar pero todo era lo mismo», analizó Eloy, en su testimonio, el mismo que en el 2006 resultó clave para condenar al excomisario de la Policía bonaerense, Etchecolatz.

«Cuando nos trasladaban nos dicen que miráramos el camino, que miráramos por dónde ibamos porque de ahí no se salía más, que íbamos al infierno y que de ahí no se sale. Y fuimos al infierno, que era la Brigada de Lanús», recordó.

A lo largo de su extenso y pormenorizado testimonio, Eloy nombró a los hombres, mujeres y adolescentes con los que compartió el cautiverio, entre ellos Emilce Moler y Pablo Díaz, parte de los estudiantes secuestrados en La Noche de los Lápices, en septiembre de 1976.

La mujer aportó datos identificatorios de sus captores, y pudo denunciar entre ellos, además de Etchecolatz, a otro imputado del juicio unificado: Miguel Ángel Ferreyro, uno de los represores que la torturó y violó en el centro El Infierno.

Contó que en ese centro un policía había inventado un aparato para «esterilizar» a las mujeres y se ufanaba de que gracias a él «no nacerían más subversivos».

Explicó que se trataba de un instrumento de metal con puntas, que descargaba corriente eléctrica cuando se introducía en la vagina. De esa forma, agregó, se quemaba el endometrio y se causaban lesiones irreparables.

Eloy también relató que en muchas ocasiones fue torturada con picana para «usar» sus «gritos» como ardid para presionar a otros detenidos para que declararan.

«Yo gritaba…a veces podía decirles que no era su madre o hija la que estaba siendo torturada, que era yo», dijo reviviendo ese horror.

También relató que fue obligada a limpiar cráneos y huesos humanos en la comisaría de Valentín Alsina, con el argumento de que los necesitaba la hermana de uno de los inspectores a cargo de ese centro de detención que iba a estudiar medicina.

Otro momento que la conmovió fue recordar haber compartido cautiverio con una joven, de nombre Marlene Katherine Kegler Krug, a la que habían crucificado en el Pozo de Arana y que aún tenía en su cuerpo las marcas de la crucifixión.

«No quiero parar (de declarar)», dijo Nilda en aquel entonces cuando el tribunal le ofreció tomarse un momento. Y agregó: «no quiero parar fueron muchos años de silencio».

Durante la audiencia se transmitió también la declaración que brindó otro testigo ya fallecido, Alcides Chiesa, estudiante de cine secuestrado en 1977 en su casa de Quilmes, quien estuvo cautivo en varios centros, entre ellos el Pozo de Quilmes, donde fue torturado con picana delante de su esposa.

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