Drogada y abusada: «La Policía me dijo que me fuera a bañar»

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Lo que prometía ser una noche de diversión, terminó siendo una verdadera pesadilla. Una joven denunció que fue a bailar a un local de Florencio Varela llamado Kythum y a la salida terminó siendo abusada por, según dijo, un cuidacoches de la zona.

La que dio a conocer el tormento de la joven fue su mamá, quién dio a la prensa un relato de lo acontecido.

«Ella salió sola del boliche porque al otro día tenía que ir a trabajar. Ella estaba esperando un Uber en la puerta. Se le acercó un trapito y le preguntó qué estaba haciendo. Mi hija le dijo que estaba esperando un Uber y le empezó a tocar el brazo y la pierna y a decirle que ellos la llevaban a su casa», comenzó Romina su relato a medios de comunicación televisivos de la Ciudad de Buenos Aires.

«Tenemos testigos de que ella estaba bien. Había comprado una bebida y la habían tomado entre cuatro. Cuando salió estaba bien, pero después de que el tipo le tocara el brazo y la pierna se empezó a sentir mal y perdió la conciencia. No se acordaba ni mi nombre, ni el nombre del hijo y eso es algo que no pasa con ninguna bebida alcohólica», remarcó.

Según la denuncia, en la que interviene la Comisaria tercera, la chica quedó en un estado de vulnerabilidad gracias al que lograron llevarla hacia un auto.

«El tipo le puso sus genitales en la cara porque quería que le hiciera sexo oral y la lastimó toda. Ella no tenía voluntad y por momentos se acuerda de lo que le hicieron pasar. Eran dos personas, el trapito y un tipo más de barba, que es el que vende la droga. Se acuerda de que intentaron hacerla aspirar cocaína y que ella la sopló para que se cayera. Les dijo que iba a comprar cigarrillos y volvía y ahí logró llegar hasta el kiosco y pedir ayuda», señaló al describir el horror por la que atravesó la joven de la cual se reservan los datos filiatorios por expreso pedido de la Mesa de Género Local al señalar el protocolo periodístico para los casos de abuso sexual y para evitar la revictimización de la joven.

La noche continuó empeorando. «Cuando la policía llamó al dueño del lugar, él sabía que había sido el trapito. Así y todo mi hija tuvo que ir a la comisaría a hacer un reconocimiento y a las dos horas el tipo estaba suelto y trabajando en el mismo lugar».

El relato del comerciante que la ayudó

Una testigo clave fue una empleada de un negocio cercano quien la atendió primero a la medianoche y horas más tarde, cuando la volvió a ver, logró ayudarla.

 «Ella vino primero a comprar un paquete de cigarrillos lo más bien, y dos horas después volvió temblando, asustada, llorando. Le pregunté qué le pasaba y ella mirando hacia la esquina me pidió ayuda: «por favor ayudáme, me hicieron algo feo». La dejé pasar y no dejaba de llorar», recordó.

Ahí se enteró del horror por el que había pasado. «Me contó que le quisieron dar cocaína, que la quisieron subir a un auto. Yo le miro los brazos y tenía muchas marcas. Estaba drogada y se notaba. Yo llamo a la policía dos veces. Cuando se acercan le pidieron los datos, le pidieron el teléfono, le revisaron todo el celular, las fotos y le dijeron que se fuera a su casa a descansar y a bañarse porque «en este estado no te van a dar bolilla» le dijeron».

«La policía la trataba todo el tiempo de prostituta y yo les dije que aunque consumiese, aunque trabajase de eso, qué tenía que ver con lo que le habían hecho. Al otro día viene el trapito y me preguntó qué había pasado con la chica, haciéndose el boludo», sentenció la comerciante.

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