Los investigadores del crimen de Lucas González, el adolescente atacado a balazos junto a tres amigos en el barrio porteño de Barracas, creen que los Policías de la Cuidad acusados del ataque también quemaron al joven con un cigarrillo en una mano, ya que en la autopsia se detectó una lesión de ese tipo realizada en el mismo lapso de tiempo, informaron hoy fuentes judiciales.
Además, los voceros agregaron a Télam que no se descarta que, en el marco de la causa por el encubrimiento del hecho, se realicen nuevas imputaciones.
Para esta jornada está prevista la declaración indagatoria de la oficial Lorena Miño, la última en ser detenida ayer luego de que se entregara ante la Justicia tras permanecer el fin de semana prófuga, añadieron las fuentes.
Por su parte, el abogado que representa a la familia de Lucas y a los chicos que sobrevivieron al ataque policial, Gregorio Dalbón, dijo que en total «van a ser doce (policías) detenidos», ya que «faltan tres más».
«Paso a paso vamos viendo cada análisis y cada policía que declara está involucrando a otro. Se están poniendo muy nerviosos. Los de la brigada que mató a Lucas no son los mismos que vinieron a la tarde y trataron de ponerle el arma, encubrir y armar toda la parafernalia para que estos menores terminen siendo sindicados como delincuentes», dijo el letrado en declaraciones formuladas esta mañana a Radio 10.
Al respecto, Dalbón manifestó que algunos de los acusados -por el momento tres efectivos imputados por el homicidio y seis por el encubrimiento- «han nombrado a otro comisario que estuvo por la tarde en el lugar del hecho».
Por otra parte, el querellante se refirió a la autopsia realizada a Lucas, de la que surge que el joven tenía una quemadura de cigarrillo en la mano derecha, lo que indica que fue «torturado».
«Tremendo hallazgo que los padres manifestaron en su testimonial. Lucas fue torturado. Le quemaron un cigarrillo en la mano. Cuando la madre lo contaba los fiscales quisieron dejarlo escrito. Tanto (el fiscal Andrés) Heim como (el fiscal Leonel Gómez) Barbella. Ahora ese testimonio cobra valor con el resultado de autopsia», tuiteó el abogado.
Voceros con acceso a la causa dijeron a Télam que, de acuerdo con el resultado del informe forense, esa quemadura que el adolescente tenía fue realizada cerca del momento en que fue baleado, por lo que la principal hipótesis es que fueron los policías los responsables.
«Es una forma de tortura», resaltó Dalbón, quien consideró que ese agravante va a llevar a los acusados a permanecer «50 años» en prisión, ya que se trata de un «caso de odio».
Para mañana está previsto que los amigos de Lucas, los padres de los cuatro chicos y testigos participen de la reconstrucción del hecho requerida por el fiscal Gómez Barbella y dispuesta por el juez de Instrucción Martín Del Viso, que se realizará a las 9.30 en el mismo sitio del barro de Barracas donde los jóvenes fueron interceptados por la policía y luego atacados a tiros.
De la diligencia, que será filmada y debidamente documentada, no participarán los acusados para preservar a las víctimas, añadieron las fuentes
De acuerdo a la investigación, el hecho sucedió el 17 de noviembre cerca de las 9.30, cuando Lucas y sus tres amigos, todos de 17 años, salieron de entrenar del club Barracas Central a bordo de un Volkswagen Suran azul y cuando se detuvieron a comprar jugos en un kiosco fueron abordados por un Nissan Tiida de la Brigada de la Comuna 4 de a Policía de la Ciudad, con tres efectivos que bajaron y, sin identificarse, los abordaron con armas.
Los jóvenes, al creer que iban a ser asaltados, aceleraron para huir y los policías, luego identificados como Juan José Nieva, Fabian Andrés López y Gabriel Alejandro Issasi les dispararon.
Lucas recibió un tiro en la cabeza que le provocó la muerte poco después en el hospital El Cruce, de Florencio Varela, mientras que sus amigos fueron inicialmente detenidos como si fueran delincuentes, aunque al día siguiente fueron liberados.
Los tres policías fueron detenidos e imputados de homicidio agravado, mientras que con el correr de los días se sumaron a ellos otros seis efectivos a quienes se los señala como quienes encubrieron la escena y «plantaron» una réplica de arma en el auto de los adolescentes para hacerlos pasar como sospechosos y justificar la persecución y ataque policial.
Esos imputados son, además de Miño, el comisario Juan Romero, el subcomisario Roberto Inca -ambos a cargo de la División Sumarios y Brigadas de la Comisaría Comunal 4-; el comisario Fabián Du Santos, el principal Héctor Cuevas y la oficial Micaela Fariña, de la Comisaría Vecinal 4D de la Policía de la Ciudad.