“La mejor forma de controlar la diabetes es tratar la obesidad”

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La diabetes tipo 2, generalmente adquirida en la edad adulta, es una enfermedad silenciosa, traicionera, progresiva y recidivante, que altera por completo la calidad de vida. Multiplica por cinco el riesgo de padecer una insuficiencia cardíaca, genera daños en las arterias y en el sistema nervioso, promueve la hipertensión arterial y la insuficiencia renal (la mitad de los diabéticos la padece en algún grado) y puede ocasionar otras graves complicaciones la retinopatía diabética y la ulceración rápida de heridas en los pies.

La idea más común sobre la diabetes es que se trata del aumento del azúcar en la sangre por la falta de insulina, la hormona con la que el páncreas controla la glucosa. Pero según el doctor Jean Yves Le Goff, eminente médico y neurocientífico francés especialista en el tratamiento de trastornos de la nutrición, esta idea no sólo no es exacta, sino que puede ser contraproducente: lo que hay en el organismo cuando la diabetes se genera es un exceso de insulina, lo que tiende a hacer que aumente la grasa corporal, se altere el metabolismo y se consolide la enfermedad. Por eso, sostuvo, “la mejor forma de controlar la diabetes es tratar la obesidad”.

En una videoconferencia internacional organizada por Ysonut Academy, la plataforma de e-learning de Laboratorios Ysonut, Le Goff explicó, en detalle y en base a estudios clínicos y poblacionales realizados en Europa, los mecanismos que generan la diabetes, la importancia de entender los riesgos y la oportunidad de tratamiento que representa el estado de prediabetes, y las alternativas más eficaces de tratamiento actual.

El verdadero origen de la diabetes

El proceso que lleva a la diabetes tipo 2 por lo general tarda años en generarse y está íntimamente relacionado con la obesidad y el sedentarismo, como el común de las enfermedades crónicas no transmisibles (cardiovasculares, insuficiencia renal, hipertensión arterial y otras). Le Goff explicó que el 72% de las personas con diabetes tienen exceso de grasa abdominal, medida en el perímetro de cintura.

Por eso, normalmente el control de la glucosa y los niveles de insulina ya están alterados antes de que se declare la diabetes, en lo que se conoce como prediabetes. La prediabetes incrementa 6,8 veces el riesgo de llegar a la diabetes, y a su vez la obesidad representa un riesgo 4,9 veces mayor de ser diabético que en las personas no obesas. En consecuencia, la combinación de obesidad más prediabetes multiplica por 17,4 el riesgo de llegar a la diabetes insulinodependiente, según las estadísticas mostradas por el especialista.

En este sentido, precisó, el verdadero problema no es el peso (que puede ser alto en personas robustas y de contextura magra) o el índice de masa corporal (que se calcula como el peso en kilos dividido por el cuadrado de la altura en metros) sino el exceso de grasa visceral o abdominal, que actúa como una glándula de secreción interna, originando durante este período de prediabetes el trastorno conocido como síndrome metabólico o síndrome de resistencia a la insulina.

“La grasa acumulada en la barriga en poco tiempo se volverá extraño a nuestro organismo, por lo que el organismo responde con una reacción inflamatoria, como sucede cuando tenemos una espina clavada en el dedo; y esa reacción”, explica el doctor Le Goff, “se multiplica con los kilos” de grasa visceral.

Esa inflamación va a hacer que el organismo necesite cada vez más insulina para poder reducir los mismos niveles de azúcar. Ese exceso de insulina liberada por el páncreas captura el exceso de glucosa presente en la sangre y la transporta al hígado, pero también a las propias células adiposas, que la transforman químicamente para almacenarla como parte de su reserva grasa. “El exceso de insulina tiende a incrementar la grasa visceral, y eso es lo que sucede cuando se trata a la persona con diabetes con medicamentos que estimulan la producción de insulina”, explicó Le Goff, quien fundamentó así lo que considera la clave: tratar la obesidad.

La vía eficaz

Sobre la base de estudios poblacionales realizados sobre más de medio millón de personas, Le Goff mostró que el índice de mortalidad en personas con diabetes aumenta con el perímetro de cintura. En el caso de los varones, la curva es drástica entre los 70cm de perímetro de cintura (con riesgo muy bajo) y los 125cm, especialmente cuanto mayor es la relación entre éste y el perímetro de cadera: “Tener ese contorno de cintura y un trasero pequeño es una catástrofe”, resumió.

La obesidad abdominal es la más peligrosa porque es allí donde la grasa pasa a formar parte de las células adiposas que generan los procesos que llevan al trastorno metabólico, y en este sentido la contextura típica del varón, que acumula más grasa en el vientre y menos en la cadera, parece hacerlo más vulnerable. Sin embargo, los estudios muestran que en las mujeres el riesgo de la obesidad abdominal es aún mayor, porque aparece con perímetros de cintura de 80cm.

“Tras una larga experiencia en torno a la diabetología, podemos afirmar que la nutrición y la micronutrición pueden convertirse en una herramienta terapéutica y decisiva para el tratamiento de la diabetes”, sentenció Le Goff al comenzar su masterclass. Además, el catedrático aseguró que, para este tipo de pacientes y para todo el sector de la medicina, la nutrición debe ser una herramienta para mejorar la calidad de vida de los pacientes. 

La clave para la reducción de este factor de riesgo y el control de la diabetes es un tratamiento médico que permita una reducción rápida, sostenida y duradera de peso a expensas de la grasa abdominal, y no de la masa magra del cuerpo. Las dietas cetogénicas, basadas en la reducción drástica de la ingesta de calorías, con aporte de proteínas para que la pérdida de peso no se dé a expensas de la masa muscular, son un tratamiento muy efectivo que debe realizarse bajo estricto control médico.

En estos tratamientos, la actividad física –siempre estrictamente supervisada bajo un programa personalizado y paulatino– no sólo cumple la función de romper con el sedentarismo, que es otro factor de riesgo. Normalmente el organismo toma energía del azúcar. Pero al no disponer de carbohidratos, recurre directamente a las reservas grasas. Este proceso, conocido como cetosis, produce una rápida reducción del tejido adiposo, manteniendo la masa muscular.

El doctor Le Goff, por su parte, hizo hincapié en la importancia del monitoreo constante de los niveles de glucosa para todos los pacientes con prediabetes y diabetes, y recordó que la reducción y el control que se logran con los tratamientos son temporales, y nadie debe dejar de cuidarse y perder de vista esta condición.

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