Una bomba de tiempo parece explotar lentamente en el corazón industrial de Florencio Varela. La planta de Baterías Champion, donde más de 60 operarios dicen manipular plomo sin protección adecuada, se convirtió en escenario de una grave denuncia sindical por intoxicación masiva, persecuciones gremiales y condiciones laborales desastrozas. Al menos nueve trabajadores denunciaron presentar niveles de plomo en sangre que superan ampliamente los límites legales, y cuatro de ellos siguen en funciones, pese al riesgo sanitario. La situación ya forzó la intervención del Ministerio de Trabajo bonaerense, conducido por Walter Correa.
«En ocho años nunca supe cuánto plomo tenía en sangre», confesó un trabajador con casi una década en la empresa, cuya historia retrata el abandono y la opacidad con la que pareciera operar Champion. Su testimonio se suma al de otro empleado, con 23 años de antigüedad, quien fue diagnosticado con plumbemia —la enfermedad provocada por la exposición crónica al plomo— luego de que la ART rechazara su denuncia: “Tuve que ir por mi cuenta al sanatorio. Ahí me dijeron que estaba intoxicado”.
Los trabajadores, nucleados en la Asociación de Trabajadores de la Industria Química y Petroquímica (ATIQyP), advierten que Champion no sólo ignora los protocolos básicos de seguridad, sino que tampoco informa los resultados de los exámenes médicos anuales. Muchos empleados continúan sin saber si tienen plomo en sangre. Mientras tanto, usan ropa contaminada con ácido, calzado destruido, y no cuentan con duchas ni lavandería industrial, por lo que se ven obligados a llevar la ropa del trabajo a sus hogares, exponiendo también a sus familias.
Saturnismo, la amenaza invisible
La exposición prolongada al plomo —denominada plumbemia o saturnismo— puede provocar desde pérdida de memoria y daños neurológicos hasta insuficiencia renal crónica, trastornos sexuales y reproductivos, e incluso la muerte. El secretario general de ATIQyP, Omar Gómez, denunció que hay trabajadores con “más de 60 microgramos por decilitro de plomo en sangre”, el doble de lo permitido por ley. “Exigimos que se retire a los compañeros afectados, que se cumplan los protocolos, y que se ponga en marcha un plan de seguridad real”, reclamó.
La situación motivó una reunión urgente con el ministro Walter Correa, quien recibió a la dirigencia gremial junto a Claudia Lázzaro, referente sindical nacional. Allí, se presentaron estudios médicos, fotografías y actas ministeriales previas que detectaron más de 60 irregularidades dentro de la planta. Correa se comprometió a multiplicar inspecciones, establecer un sistema de monitoreo permanente y realizar entrevistas confidenciales con los trabajadores.
Dos sindicatos, un conflicto
La planta de Champion en Florencio Varela también es escenario de un conflicto gremial. Conviven allí dos sindicatos: ATIQyP y STIQPYE. Según denuncian los operarios, este último actúa como un brazo de la empresa para frenar cualquier reclamo. “Nos dijeron que si no nos pasábamos de sindicato, el lunes íbamos a tener problemas”, contó un trabajador. Hubo casos de golpizas, renuncias forzadas y amenazas sistemáticas hacia quienes deciden afiliarse al sindicato que encabeza Gómez.
Sueldos en negro, ART ausente y comida miserable
La problemática denunciada se agrava por una estructura salarial precaria. Los sueldos iniciales, de entre 700.000 y 800.000 pesos, se pagan en parte en negro y fuera de convenio. No se abonan correctamente las horas extras, feriados ni licencias. «Te pagan con papelitos hechos a mano», denunció Edgardo Gómez, secretario adjunto del gremio. Las consecuencias son graves: trabajadores próximos a jubilarse descubren que tienen meses sin aportes.
Además, las condiciones de infraestructura son alarmantes: hornos a 300 grados sin protección, sectores inundados, instalaciones eléctricas expuestas y un comedor donde sólo se reparte “un pan con milanesa seca” por día laboral.
El reclamo gremial no se detiene
La denuncia formal fue presentada en diciembre pasado ante la delegación Quilmes del Ministerio de Trabajo. Desde entonces, la empresa realizó mejoras parciales —como la entrega limitada de ropa antiácida— pero la mayoría de los reclamos siguen sin respuesta. ATIQyP llevó incluso una toxicóloga independiente a la planta, ya que la ART en muchos casos ni siquiera realizó contrapruebas.
Omar Gómez fue claro: “Si no hay respuestas inmediatas, vamos a intensificar nuestras acciones gremiales. Esto recién empieza. No vamos a parar hasta que se haga justicia por cada compañero intoxicado”.
Mientras tanto, la vida de decenas de trabajadores sigue pendiendo de un hilo de plomo.