Por las huellas de Jorge Novak

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El territorio eclesial que comprende la Diócesis de Quilmes lleva impresa una huella indeleble, la de su primer obispo, Jorge Novak. Monseñor que supo recorrer los senderos de los Derechos Humanos en la época más oscura de la Argentina durante la dictadura militar. Y que, con el tiempo, luego de su paso a la inmortalidad, siguieron con humildad los otros obispos.

Monseñor José Tissera, cordobés del mate amargo y contacto con el Pueblo, comprende como nadie ese compromiso. Y se propuso que el festejo de los 40 años de la creación de la Diócesis, que también integran Berazategui y Varela, lleve grabada esa impronta.

Fue así que obispos de toda la Provincia recorrieron la diócesis durante tres días. Uno por cada partido. El día de la Primavera estuvieron en Varela donde se realizó una misa en el patio de la Capilla Divina Providencia del barrio Los Tronquitos, para trabajar en la misericordia y difundir la religión católica.

A cielo abierto, algunos vecinos se congregaron para recibir a los obispos auxiliares de San Isidro y la zona sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; al obispo de Avellaneda-Lanús, y a Monseñor Carlos Tissera, obispo de la Diócesis de Quilmes. Entre los presentes, se encontraban los fieles, miembros de la comunidad religiosa, el intendente Julio Pereyra y el Secretario de Gobierno Andrés Watson.

Presidida por el Monseñor Martín Fassi, obispo auxiliar de San Isidro, se dio comienzo a una misa que concluyó el día de misión en la comuna varelense e indicó la necesidad de “trabajar mucho en ser un sostén para el otro”. A partir de su experiencia y contacto con los creyentes continuó su reflexión: “estamos viviendo algo que lastima mucho nuestros barrios, ciudades, comunidades y es que nos estamos distanciando y mirándonos con miedo, estamos perdiendo la fraternidad social”.

La tarea como creyentes, como cristianos “es poder rearmar el tejido social que está desarmado”, señaló el Monseñor Fassi, haciendo hincapié en el compromiso y la participación en el bien común.

Ante los vecinos, los obispos bendijeron la imagen de la Virgen de Luján; una olla donde usualmente la cocinera de la capilla prepara comida para aquel que lo necesite; una pala y un balde, símbolos del sacrificio y del trabajo; y el pan, que se lleva a la mesa.

En la ocasión, el Obispo Rubén de la Diócesis de Avellaneda-Lanús expresó su experiencia como misionero, “estamos tratando de ir a ciertos lugares para aprender, escuchar acompañar, bendecir y animar”. Frente a los creyentes, reconoció que “nos necesitamos mutuamente” entre fieles y trabajadores de la fe. Asimismo, el obispo auxiliar de la C.A.B.A., comentó que estuvo bendiciendo algunas casas de vecinos de la zona que lo recibieron fraternalmente.
Por su parte, Monseñor Carlos Tissera explicó que esta novena misión compartida por los obispos está basada en un gesto desde las jerarquías católicas a los más humildes y necesitados. “ La iglesia existe para evangelizar, para misionar; para llevar el nombre de Jesús a los demás, con nuestra palabra, nuestras actitudes y nuestras obras de misericordia”, remarcó.

A su vez, manifestó su alegría por la realización de esta misión en el marco de las cuatro décadas cumplidas de la Diócesis de Quilmes.

EL RECORRIDO DE LOS OBISPOS
Por la mañana, visitaron el Complejo Penitenciario de Florencio Varela y los barrios Tropezón y Los Tronquitos del territorio pastoral de la capilla Virgen de la Divina Misericordia.

Por la tarde, los destinos en donde misionaron los obispos fueron la Fazenda de la Esperanza San Lorenzo y el Hospital Zonal General de Agudos Mi Pueblo.

A la Fazenda de la Esperanza, el centro de recuperación de jóvenes y adultos adictos a sustancias, llegaron los obispos Fernando Maletti (Merlo-Moreno) Luis Stockler, Enrique Eguía Seguí y Han Lim Moon.

Al Hospital Mi Pueblo, ubicado en el barrio Villa Vatteone, muy cerca de la estación de ferrocarril de Florencio Varela, llegaron los obispos Jorge Lugones, Jorge Torres Carbonel y Gabriel Barba (Laferrere), quienes durante la tarde visitaron a médicos, enfermeros y personal del centro asistencial, dándoles una palabra de aliento frente a la actividad que diariamente llevan adelante, muchas veces en condiciones poco favorables.

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