808 días sin ver a su hijo y la denuncia contra un juez

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Desde hace 808 días, Cintia Módolo dice vivir con el corazón partido. A cada amanecer, lo primero que piensa es en Baltazar, su hijo de 8 años. No sabe qué ropa usa, si le sigue gustando la misma canción para dormir o si recuerda cómo eran esos abrazos que antes compartían todos los días.

Vive en Berazategui, pero desde hace más de dos años su vida está atrapada en un expediente judicial. Su historia no es solo una disputa familiar: es también, según afirma, un caso de corrupción judicial, encubrimiento y violación de derechos básicos de un niño.

“El juzgado de familia N°2 de Quilmes hace 808 días que me impide ver a mi hijo. Baltazar tiene derecho a estar con su mamá y no lo están respetando. No es una pelea entre adultos, es una decisión que destruye la infancia de mi hijo”, relata Cintia con la voz quebrada, en diálogo con Infosur.

La causa se tramita bajo la órbita del juez Pablo Horacio Ferrari, a quien la mujer denunció penalmente el 18 de marzo de este año por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Según explica, también presentó una recusación formal en el expediente. “No puede seguir interviniendo en una causa donde ya actuó con parcialidad y desinterés absoluto por el bienestar de Baltazar”, remarca.

Del otro lado del conflicto, señala a su expareja, a quien identifica como alto funcionario del Banco Provincia. Asegura que “goza de un nivel de protección judicial que le permite violar las órdenes de revinculación y, ahora, pretende sacar a mi hijo del país. Tengo miedo de no volver a verlo nunca más”, afirma con desesperación.


“Lo único que quiero es que Baltazar vuelva conmigo”

Cintia ya recorrió todas las instancias posibles: psicólogos, defensorías, organismos de niñez y género. Pero dice que el tiempo pasa y la justicia no actúa. Mientras tanto, cada día sin Baltazar se convierte en una herida más profunda.

“Pido ayuda, visibilidad, acompañamiento. No puede ser que un niño esté separado de su madre por decisiones arbitrarias, sin fundamento legal, y en complicidad con un aparato judicial que no escucha”, insiste.

La historia de Cintia Módolo no es solo suya. En cada relato de madres separadas injustamente de sus hijos hay una misma pregunta que golpea: ¿cuánto vale la infancia de un niño frente a un poder judicial sordo?

Desde su casa en Berazategui, Cintia espera que su voz —la de una madre que no baja los brazos— llegue donde no llega el expediente.

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