«Todavía te sigo esperando»: tres años del crimen de Lautaro Morello y la desaparición de Lucas Escalante que conmociona a Florencio Varela

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Una noche de festejo se transformó en tragedia. Mientras Argentina celebraba el pase a semifinales del Mundial, dos jóvenes eran torturados y asesinados por una familia de policías. Hoy, sus seres queridos claman justicia y siguen buscando respuestas.


El 9 de diciembre de 2022, mientras el país estallaba en festejos por el triunfo de la Selección, Estefanía Morello sintió una punzada en el pecho. «Me duele el pecho y el vientre», le dijo a su madre Mirian Aguilar cuando volvió del trabajo. No lo sabían entonces, pero en ese preciso momento su hijo Lautaro estaba siendo torturado en una quinta de La Capilla, en Florencio Varela.

Tres años después, el dolor sigue intacto. «Tres años del último abrazo, del último beso, del último mensaje, de la última llamada. Acá todavía te sigo esperando que vuelvas», escribió Estefanía en sus redes sociales este martes, en un mensaje que resume la angustia de una familia que no encuentra consuelo.

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La noche que todo cambió

Lautaro Morello tenía 18 años cuando salió de su casa en Bosques junto a su amigo Lucas Escalante. El plan era simple: pasar a buscar unos vales de nafta gratis que les había prometido un contacto y después sumarse a los festejos por el pase a semifinales del Mundial de Qatar.

«Hay un chabón que me da nafta gratis», le dijo Lucas a Lautaro en un audio que después se volvería clave para la investigación. Ninguno imaginaba que ese supuesto favor terminaría siendo una trampa mortal.

La casa quinta a la que llegaron esa noche pertenecía a Francisco Centurión, un excomisario mayor con vínculos en la Interpol. Adentro lo esperaban su hijo Cristian y su sobrino Maximiliano, ambos policías. Después de ese encuentro, los dos jóvenes nunca volvieron a responder mensajes ni llamados.

Lucas

El horror que siguió

Al día siguiente, el BMW de Escalante apareció incendiado al costado de una ruta. Días más tarde, el cuerpo de Lautaro fue hallado semi calcinado en un descampado de Guernica. La autopsia reveló que había muerto por estrangulamiento, tras recibir golpes brutales en el cráneo y la mandíbula.

De Lucas Escalante no se supo más nada. Tres años de rastrillajes intensivos, una recompensa de 5 millones de pesos y el dolor inconsolable de su familia. La Justicia presume que también fue asesinado esa noche, pero su cuerpo nunca apareció.

«Todavía te veo por ahí, impecable como siempre, feliz, siempre sonriendo. Todavía te espero. Me falta tu voz preguntándome ‘abue, ¿vas a cocinar?’ mientras revoleabas la franela de los autos», escribió Mirian Aguilar, la abuela de Lautaro, en un desgarrador posteo este martes.

«Todo es injusto. Ya no tener palabras para consolar a tu mamá, tus hermanos, tus tíos y primos, porque no hay ni va a haber consuelo. Siempre hay un lugar que nada ni nadie podrá llenar en nuestra vida, nuestra alma», agregó Mirian, quien recuerda que Lautaro tenía un apodo diferente para cada persona que lo quería: «Lauty, Tomi, Tomate… para todos tenías un nombre distinto. Ese era el amor de los que hoy te lloran y van a llorar hasta el fin».

rastrillaje.
La Policía Federal durante el rastrillaje en busca de Lucas Escalante.

El clan Centurión y las pruebas del horror

La investigación apunta directamente al clan Centurión: Francisco, el excomisario mayor; su hijo Cristian y su sobrino Maximiliano. Las cámaras de seguridad los captaron comprando un bidón de nafta la misma noche de la desaparición. Maximiliano presentaba signos evidentes de violencia: golpes en el rostro, cejas cortadas, pestañas quemadas y se había rapado el pelo.

En los allanamientos se encontró un cuaderno escalofriante: Francisco Centurión había recopilado información detallada sobre la vida privada de Lucas Escalante. Desde los lugares que frecuentaba hasta su medicación, problemas personales y comportamiento al volante. Un perfil minucioso que sugiere premeditación.

También hallaron rastros de sangre en ropa y objetos, pero la investigación estuvo plagada de irregularidades. El allanamiento a la quinta se demoró varios días pese a que ya había indicios, elementos fueron manipulados sin cuidado y las pericias se hicieron solo después de insistencia de la fiscalía.

El fiscal Daniel Ichazo sostiene que Cristian y Maximiliano «estrangularon y propinaron golpes a Lautaro Morello con claras intenciones de darle muerte». Sobre Lucas, creen que fue retenido contra su voluntad durante al menos un mes en la casa de los Centurión, bajo vigilancia de Francisco, antes de ser asesinado.

Encubrimiento policial y justicia pendiente

El caso destapó una trama de encubrimiento dentro de la Policía Bonaerense. En octubre, el excomisario Sergio Enrique Argañaraz fue condenado a tres años de prisión por no tomar la denuncia de la familia de Escalante el 10 de diciembre, retener información sobre la quinta y demorar el allanamiento.

Francisco Centurión fue herido de un tiro en el tobillo cuando intentó fugarse de los policías federales que fueron a detenerlo. Después fue desafectado de la fuerza tras un sumario de Asuntos Internos.

El juicio oral contra Francisco, Cristian y Maximiliano Centurión está programado para abril de 2026. Están acusados de «homicidio doblemente agravado por alevosía y ensañamiento en concurso real con privación ilegal de la libertad agravada por ser cometida por violencia».

También llegarán a juicio otros cuatro policías acusados de encubrimiento y falso testimonio: Luis Zaracho, Juan Manuel Brito, Agustín Alejandro Antonio y Ramiro Yair Forchinito.

«Nos falta uno»

Cada mes, las familias de Lautaro y Lucas marchan frente a la fiscalía con una pancarta que resume su dolor y su reclamo: «Nos falta uno». Tres años después de esa noche de horror, los rastrillajes continúan y la esperanza se aferra a un hilo.

«3 años de esa noche tan injusta y dolorosa. Jamás imaginamos que no ibas a volver. 18 años. Cuando tu mamá vino de trabajar y dijo ‘me duele el pecho y el vientre’, jamás imaginamos lo que te estaban haciendo. No pudimos salvarte, mi vida, no sabíamos. Perdón», escribió Mirian Aguilar.

«¿Quién podía lastimar un ser tan bello, tan perfecto? Mañana será otro día, la misma fecha donde nos robaron a Lauty», concluyó la abuela, pidiendo lo único que puede darles algo de paz: «Justicia por favor. Justicia es perpetua. Justicia por Lautaro Tomás Morello».


El juicio contra los principales acusados comenzará entre el 13 y el 17 de abril de 2026 en los tribunales de Florencio Varela. Las familias mantienen activa una recompensa de 5 millones de pesos para quien aporte información sobre el paradero de Lucas Escalante.

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