“Los plantaron ahí. A los chicos no los mataron ahí, ahí los colocaron”. La frase retumba en redes sociales, pero también en la conciencia de una vecindad que todavía no sale del espanto. La escribió Julieta Salvatierra, hermana de Josué, el joven de 14 años asesinado junto a su novia, Paloma, de apenas 16, en uno de los crímenes más conmocionantes que se recuerden en Florencio Varela.
El hallazgo de los cuerpos sin vida en un descampado del barrio de Bosques dejó más preguntas que respuestas. Pero ahora, las palabras de Julieta, cargadas de dolor y convicción, reavivan una hipótesis que ya circulaba entre los vecinos y familiares: que el lugar del hallazgo no fue el sitio del crimen, sino el escenario de un macabro montaje.
“Mi papá, mi hermano y la familia Gallardo recorrieron esa zona de arriba abajo, y los chicos NO ESTABAN”, escribió Julieta en su perfil de Facebook.
En su posteo remarcó también un dato clave: la supuesta ausencia de sangre en el lugar. “¿De verdad quieren hacernos creer que, con lo horrendo que fue lo que les hicieron, no había rastros de sangre, y que cuando los hubo, solo aparecieron en el lugar donde los plantaron?”, cuestionó, con la crudeza de quien no encuentra consuelo, pero pone todo el cuerpo y la mente en la lucha por Justicia.
Una investigación que no avanza
En tanto, la causa no tiene sospechosos firmes ni detenidos. La fiscalía trabaja en diferentes líneas, pero el hermetismo oficial contrasta con la desesperación de las familias, que sienten que el expediente podría seguir el tristen derrotero de los crimenes de la Masacre de Florencio Varela, el de Lautaro Morello y Lucas Escalante o el de Nahuel Sanabria.
Los testimonios recogidos en el barrio coinciden: los chicos estuvieron desaparecidos varios días, hubo rastrillajes en esa zona, y no fueron encontrados. ¿Cómo es posible, entonces, que aparecieran allí sin que nadie los viera antes? ¿Quién, cómo y por qué los habría movido?
Un pueblo movilizado
Mientras tanto, Florencio Varela sigue conmocionado. En las últimas marchas se multiplicaron los carteles que exigen justicia y el pedido para que la causa no se enfríe. “Queremos verdad, no parches”, gritaban familiares y amigos frente a la Fiscalía, en el centro del distrito.
¿Y ahora qué?
El doble crimen de Paloma y Josué ya no es solo una tragedia familiar. Se convirtió en una herida abierta para todo Florencio Varela. Y si bien todavía hay más sombras que certezas, lo que está claro es que la comunidad no se resigna.
“A los chicos los plantaron ahí”, repite Julieta. Y en esa frase, que parece acusación pero también grito desesperado, late la demanda de todo un pueblo: saber la verdad.
