El lamento se extiende por los campos de La Capilla, El Alpino y La Colonia de Florencio Varela. Los productores agropecuarios, pilares de la economía local, se enfrentan a una devastación sin precedentes tras el embate del último temporal. Según las desoladoras palabras de Hilarión Cano, las pérdidas son abrumadoras: entre el 70 y 80% de la producción fue destrozado bajo el furioso azote de la tormenta.
El cielo, en su ira desatada,arrojó sobre estas tierras lo que pareciera ser una sentencia de ruina. Los cultivos, cuidados con esmero y dedicación, yacían en el suelo, inertes, como víctimas de un castigo divino. Los campos, una vez fértiles y prometedores, ahora se asemejan más a un paisaje desolado, marcado por la desesperanza y el desamparo.
Las imágenes captadas durante el despliegue de la tormenta reflejan el contraste entre la férrea voluntad de los agricultores y el despiadado embate de la naturaleza. En ellas se entretejen la alegría de la siembra con el drama de la pérdida. La esperanza, enraizada en la tierra, se ve eclipsada por la desolación que deja a su paso el vendaval.
La producción hortícola de Florencio Varela, que está unida al cordón verde de Berazategui y La Plata, es la más importante de la región y abarca la mayor parte del consumo de verduras y hortalizas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).