Ricardo Dewey venía desarrollando desde hacía tiempo una investigación sobre pacientes con artritis reumatoidea que, al igual que este nuevo coronavirus, produce proteínas que provocan inflamación.
Con un trabajo de campo ya hecho, Dewey llevaba analizados 30 pacientes y el 18 de marzo pasado presentó el proyecto con el que intenta desarrollar un test que permita predecir en los primeros días de la enfermedad cuál va a ser el grado de severidad.
«Si logramos determinar en los primeros días en que a un paciente se le diagnosticó Covid-19 que va a necesitar un respirador, por ejemplo, entonces le vamos a ganar la carrera al virus», explicó Dewey, cofundador de Rad Bio S.A.S. e investigador de Conicet.
El proyecto se va desarrollar en el Hospital El Cruce de Florencio Varela y en el equipo van a trabajar otros diez científicos.
Este proyecto forma parte de una serie de 8 que el Ministerio de Ciencia y Tecnología financiará con 37 millones de pesos para frenar el coronavirus.
Se trata de una iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que seleccionó ocho proyectos presentados por científicos e investigadores de universidades de todo el país y del Conicet que recibirán 37.566.010 pesos para desarrollar sus investigaciones. La mitad del capital será aportado por la Fundación Bunge y Born.
Uno de los proyectos es el que presentó Leandro Monsalve, integrante del Centro de Micro y Nanotecnologías del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y que busca desarrollar recubrimientos antivirales para los textiles que se usan para confeccionar los elementos de protección personal que utiliza el personal de salud, como barbijos, cofias y camisolines.
Monsalve explicó que desde hace tiempo en el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) vienen trabajando con nanopartículas que puedan aplicarse a materiales textiles usados en la protección de personas, pero cuando el coronavirus se convirtió en pandemia él y su equipo, compuesto por 23 investigadores, decidieron dirigir sus esfuerzos a la ropa que usa el personal de salud y los pacientes.
«Vimos que las estadísticas de contagio del personal de salud eran alarmantes y esto pasa porque aunque los poros de las telas que se usan para las confecciones de barbijos o camisolines son mas chicos que el virus, el problema es que este queda atrapado del otro lado. Es decir, que las telas son una barrera física que impide el paso del virus pero el virus sigue estando activo del otro lado, entonces terminan siendo una concentración de partículas y un peligro para cualquiera que entre en contacto con esas superficies», explicó el investigador.
El objetivo de Monsalve es lograr un recubrimiento que «rompa» la membrana del virus de la misma manera que actúan el jabón o la lavandina pero que al mismo tiempo no altere las propiedades de telas, por ejemplo, que siga siendo flexible o que se pueda respirar a través de ella.
En el equipo trabajan 17 investigadores de dos centros del INTI, de Textiles y de Nanotecnología, y otras seis personas del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria).
Otro de los proyectos seleccionados, que se pondrá en marcha en los próximos días, es el que lleva adelante el reconocido científico Gabriel Rabinovich, del Instituto de Biología y Medicina Experimental, Ibyme-Conicet, quien está a cargo de la dirección para desarrollar un compuesto que pueda inhibir la infectividad del virus y la respuesta inflamatoria desencadenada por el SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.
Los proyectos seleccionados «obtuvieron las máximas calificaciones por su calidad académica y su viabilidad tecnológica», informó la Fundación Bunge y Born.
Estas investigaciones habían quedado fuera de la primera convocatoria porque no llegaron a tiempo con los plazos de entrega del proyecto fijados por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i )
Durante la presentación de los ganadores, el ministro de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza, sostuvo que «hemos trabajado con mucha articulación y sobre todo con mucha rapidez. Quisiera agradecer a todos aquellos que hoy nos acompañan y que han demostrado que cuando las políticas científicas se orientan claramente a la resolución de problemas, tenemos una comunidad científica estupenda».
Por su parte, Gerardo della Paolera, director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, agregó que «no hay desarrollo económico y social de un país si no hay ciencia y, por lo tanto, para nosotros es simplemente un deber. Somos nosotros los que tenemos que agradecer a ustedes los científicos».