(Por Esteban Echenique, para Infosur) En la madrugada del día de ayer, la Escuela 32 de Florencio Varela, ubicada en Argentina y Victorino de la Plaza, fue testigo de una situación que, lejos de asombrarnos, debería invitarnos a la reflexión más profunda sobre la realidad que enfrentamos. Una realidad que nos gopea y nos duele.
Un niño, tan solo con 12 años de vida, ingresó a la escuela en busca de algo más que conocimiento: yerba, azúcar, leche en polvo y una modesta caja de te. Elementos cotidianos para muchos, pero para él, tal vez, una necesidad urgente.
Este acto, que algunos llamarían «robo», debe ser entendido como un llamado de atención desesperado que nos habla de la desigualdad que se respira en el barrio. ¿Qué lo llevó a esto? ¿Qué situación lleva a un niño a vulnerar las normas en búsqueda de algo tan básico como una taza de té?
Los vecinos, sorprendidos por la escena, no dudaron en alertar a las autoridades, demostrando que más allá de las formalidades, la preocupación por el bienestar de los niños prevalece. El menor, tras ser detenido por personal de la Comisaría Segunda de Florencio Varela, quedó bajo custodia, dejándonos con la tarea pendiente de comprender su realidad.
¿Cuántos niños más pueden estar pasando por situaciones similares? ¿Cuántas historias como la de este niño no llegamos a conocer? Preguntas que quedan, ahora, flotando en el aire.
Esta noticia debería ser un llamado de atención para nuestra comunidad. No se trata solo de un incidente aislado, sino de un reflejo de las profundas brechas sociales que enfrentamos en Florencio Varela. El debate no debería centrarse únicamente en castigar al niño, sino en abordar las causas que lo llevaron a esa situación.
