(NA) — La ceremonia de jura del presidente Alberto Fernández dio muestras hoy de una renovada convivencia política desde el momento en que llegó al Congreso, donde los legisladores invirtieron el tiempo ocio en «selfies» y saludos, antes del regreso del cancionero peronista al recinto.
Fernández se ocupó de que su llamado a la «unidad de toda la Argentina» se viera reflejado en su comportamiento no bien entró al Salón Atrio, desde donde avanzó empujando la silla de ruedas de la ahora ex vicepresidenta Gabriela Michetti, un gesto de cordialidad que casi termina en «blooper» cuando un cable se interpuso en el camino y trabó el rodado.
El saludo amistoso con su antecesor, Mauricio Macri, fue otra muestra de convivencia que contrastó con la relación oficialismo-oposición de los últimos años, aunque en esto la vicepresidenta Cristina Kirchner marcó la diferencia con una notoria frialdad hacia el mandatario saliente.
Durante el discurso ante la Asamblea Legislativa, que Fernández leyó con ayuda de unos grandes lentes redondos sin marco, Mario Negri, Luis Naidenoff y Álvaro González, jefes de la oposición parlamentaria, no pararon de tomar nota más que para aplaudir algún tramo del discurso.
Eso también mostró cierto cambio de época: los radicales Negri y Naidenoff aplaudieron cuando Fernández pidió un aporte «a los que más tienen», así como lo hizo (más efusivamente) el presidente del PRO, el senador Humberto Schiavoni, cuando el Presidente criticó que «la justicia sale por la ventana cuando la política entra a los tribunales».
La oposición en pleno acompañó con aplausos de pie el llamado de Fernández a convertir la consigna «Ni una menos» en una política de Estado; en eso no hubo diferencias con el oficialismo.
No obstante el Frente de Todos rompió el «aplausómetro» antes, durante y después del discurso, al tiempo que rescataron la entonación de la «Marcha peronista» y «La gloriosa Juventud Peronista», dos temas que volvieron a sonar en el recinto después de cuatro años.
En el palco donde se ubicaron los líder sindicales, como Héctor Daer (Sanidad), Andrés Rodríguez (UPCN), Hugo y Pablo Moyano (Camioneros) y Omar Viviani (Taxistas), entre otros, la marcha se cantó con el mismo entusiasmo que se ve en las unidades básicas.
Entre las presencias se destacó la de Estanislao Fernández, pero no por ser el hijo del flamante Presidente sino por el detalle del pañuelo con los colores del movimiento LGBTQ en el bolsillo de su saco.
Pero la estrella entre los presentes fue el senador Carlos Menem, que se ubicó en el palco reservado a los ex presidentes y en la previa de la ceremonia se sacó varias «selfies» con empleados del Congreso y una foto abrazado con el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, tomada por su hija Zulemita.
Junto a Menem estuvo el también ex presidente Eduardo Duhalde, quien conversó animadamente con varios legisladores, entre ellos con la diputada de Juntos por el Cambio, Silvia Lospennato.
El discurso de Fernández emocionó a varios de los suyos, como la senadora María Inés Pilatti, que se enjugó las lágrimas con un pañuelo después del saludo inicial del Presidente y la futura titular del PAMI, Luana Volnovich, que se emocionó con la mención del ex mandatario Néstor Kirchner.
Fernández se retiró del recinto, mientras los legisladores oficialistas y los invitados hacían retumbar en el recinto el coro que más se escuchó durante la jornada: «Alberto Presidente».
La «unidad» en los gestos de Alberto Fernández, las selfies y los conmovidos, así arrancó la nueva etapa
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