Piden prisión perpetua para los acusados de quemar vivo al veterano de la guerra de Malvinas
Los ingleses no pudieron con él en Malvinas. Héctor Jesús Barraza se embarcó a los 18 años en el portaviones Veinticinco de Mayo y sobrevivió a la guerra. Pero la más oscuras de las armas, la avaricia, lo asesinó a los 52 años cuando era vocal del Centro de Veteranos de Guerra de Florencio Varela.
Ahora, se libra una dura batalla para que los supuestos autores de su macabro crimen sean castigados.
El próximo lunes se conocerá el veredicto que podrían condenar a los acusados. Héctor Jesús Barraza (52) era ex combatiente de Malvinas y sus últimos años los pasó como portero en un colegio de Florencio Varela. La principal acusada del crimen es su ex esposa, Estela del Valle Figueroa (46), la nueva pareja de la mujer, Javier Ponce Luque (28), y dos cómplices.
Héctor y Estela estuvieron casados durante 15 años, hasta 2007. Desde que se separaron, su vínculo quedó limitado entre peleas por dinero, una manutención y la ilusión por una reconciliación que nunca llegó.
Barraza trabajaba como portero en una escuela y recibía dos pensiones. Su situación económica era muy buena y sus intenciones con su ex, también. No había vuelto a rehacer su vida y pensaba en volver con Figueroa a quien mantenía enviándole dinero todos los meses. Pero nunca supo que la amorosa relación que creyó tener fue un engaño que terminó con su vida.
El 19 de enero, su Renault Sandero Stepway modelo 2011 apareció completamente incendiado en un campo de El Pato, partido de Berazategui, a pocos metros del límite con Florencio Varela.
Un ciclista que circulaba por esa zona rural fue el que dio aviso a la policía. Cuando fueron, los efectivos policiales se encontraron con un baúl en el auto. Rápidamente supieron que se trataba del vehículo del héroe de Malvinas, pero debían confirmar la identidad del cadáver. Sus compañeros de Centro de Veteranos de Guerra comenzaron a empujar la causa. Días después, el ADN indicó que el perfil genético pertenecía a Héctor. La autopsia confirmó que tenía un traumatismo de cráneo y que lo habían quemado vivo.
Como quien arma un rompecabezas, los veteranos fueron aportando distintos datos a la Justicia. Con prudencia y precisión, fueron alimentando de supuestas pruebas el expediente. Y estaban casi con la certeza de quien podía haber tenido mucho que ver con el crimen. Las sospechas fueron compartidas con la fiscal Silvia Borrone, de la UFI 4 de Berazategui, se encontró con un caso en el que las pistas para llegar a los autores parecían desvanecidas.
Según cree la fiscalía, Figueroa estaba de novia hacía unos meses con un hombre mucho menor que ella: Javier Alejandro Ponce Luque (25). A nombre de él, ocho días después del crimen de Héctor, un abogado se presentó en la fiscalía para pedir la eximición de prisión. El dato llamó la atención porque aún no había llegado la confirmación oficial del ADN.
Un mes después del asesinato, Figueroa decidió usurpar la casa de Héctor. Rompió las cerraduras e instaló a toda su familia allí. También intentó cobrar el seguro del auto. Mientras tanto, uno de los hermanos de Héctor fue asaltado. Ingresaron delincuentes a su casa y le pedían dinero con datos precisos: “Estela (Figueroa) nos dijo que vos tenés plata”.
“Nosotros no sabíamos nada, no lo podíamos creer. Nunca nos hubiéramos imaginado lo que pasó después”, recordó Claudia, cuñada de Héctor. Es que la investigación terminó desnudando lo peor: “A Héctor lo enterramos el 8 de febrero, después de la autopsia, el ADN y todos los trámites. El 10, Estela ya estaba reclamando la plata en la escuela donde trabajaba mi cuñado y la pensión de ex combatiente”, añadió Claudia. Esa primera actitud fue la que llamó la atención de los investigadores. Por eso intervinieron sus teléfonos y develaron la trama.
A pesar de que no vivían juntos hacía años y de que no tenían hijos, Estela era la única heredera de Héctor, porque nunca habían gestionado el divorcio. Las peleas se incrementaron cuando ella descubrió que él había cobrado $ 100 mil de su pensión como ex combatiente y le reclamaba una parte. “Se ve que él ya estaba preocupado o que ella lo había amenazado, porque después que pasó todo nos dimos cuenta que le había dado la plata a su hermano, escondida en una bolsa, para que se la guardara, pero sin decirle qué era”, contaron sus familiares.
Todo fue por la plata
Los investigadores están convencidos de que Del Valle Figueroa estaba en pareja con Ponce Luque hacía más de siete meses al momento del homicidio. El día antes del crimen, Héctor le contó a su hermano que Estela “se iba a quedar a dormir en su casa, con un matrimonio de la iglesia”. Ese matrimonio era falso: Ponce Luque y su hermana Marcela (22) se habrían hecho pasar por una pareja para ingresar a la casa de Héctor, sobre la calle Pedro Morán al 300, en Varela. El plan estaba en marcha.
Cuando Héctor desapareció, los investigadores encontraron la cerradura sin forzar, un juego de llaves tirado en el suelo, debajo de una ventana, y un colchón en el living. Esos elementos coincidían con la información que dio la familia.
Después de eso vinieron las contradicciones de Del Valle Figueroa, su ansiedad por el dinero y un robo a la casa de Manuel, el hermano de Héctor, en el que finalmente se llevaron la plata que había dejado la víctima.