Por Graciela Linari*
“Ya hace un mes que la escuela debía estar abierta y el tiempo que se pierde no se recupera más”, sentencia el 16 de marzo de 1884 el periódico “El Quilmero”, medio de prensa que, desde 1875, aparece los jueves y domingos en el distrito que le da nombre y en el que incluye informaciones sobre el naciente pueblo de San Juan.
Meses después, ya iniciadas las clases y con la firma de Samaringen, corresponsal, dice el periódico que “el Consejo Escolar ha puesto al frente de la Escuela de Varones de San Juan a una señora que, por cierto, no es aparente para regentear la escuela de niños.” (1)
Una semana más tarde amplía la información señalando que “la escuela que tenía en San Juan el señor Traversi ha sido clausurada por su director a causa de la difteria, que se presenta allí con tendencia a desarrollarse en los niños”. (2)
La enfermedad ya era conocida en el país, entre otros brotes, por el que sobrevino en 1818 en Mendoza, un año después de que el ejército del General San Martín abandonara la ciudad para emprender la gloriosa campaña libertadora. Entonces se la llamaba “anginas malignas” e hizo que el Gobernador convocara a todos los médicos de la ciudad, solicitándoles la implementación de las medidas más adecuadas para combatir el mal.
Décadas después hubo importantes epidemias en 1867, 1868, 1873, 1884 y 1888, ésta última provocó 1.385 muertos en la ciudad de Buenos Aires.
En España se la llama “garrotillo” porque produce la muerte por asfixia, en una situación semejante a la de los ajusticiados mediante el garrote vil. (3)
Aunque de menor incidencia que la tuberculosis y la viruela, la difteria era igualmente un enemigo temible: no había vacuna, el tratamiento era limitado y su profilaxis, poco segura.
Cerrada la escuela del señor Traversi y reemplazado el preceptor Emiliano Reina (4)“por una señora”, opina el periódico que el pueblo de San Juan ha sido despojado de “otro poderoso elemento de progreso”.
En octubre “El Quilmero” retoma el tema. Dice que “la escuela marcha como Dios quiere. La maestra que la dirige –Dorotea K. de Ruffer – es alemana y no sabe el español, lo que es un grave inconveniente, pues no es muy aventajada tampoco en nuestro idioma.
Y agrega Sinforiano, el corresponsal que, como “la Escuela es dirijida por una señora, no es propio ni puede recibir niños mozos, casi unos zánganos, para educar, y se quedan sin escuela una porción por esta causa, teniendo otros que costearse a la de Quilmes, cerca de 3 leguas de ida y otras tantas de vuelta”.(5)
La escuela de la que se hace cargo Dorotea -que es preceptora- es la Nº 5, del Cuartel 5º de Quilmes, en el pueblo de San Juan y está ubicada sobre el Camino Real, en una casa propiedad de Francisco López por la que se abonan $25 mensuales. (Hoy Av. San Martín y Vélez Sársfield).
Por lo visto, no sólo la difteria atentaba contra la educación de los niños del naciente pueblo de San Juan.
*Periodista e historiadora
(1) .- Periódico “El Quilmero” Nº 886 – 1/6/1884
(2).- Periódico “El Quilmero” Nº 887 – 8/6/1884
(3).- Cruento método de exterminio aplicado en España.
(4) .- Emiliano Reina había sido nombrado preceptor tras el alejamiento del padre Fonteriz.
(5) .-Periódico “El Quilmero” Nº 922 – 5/10/1884