En Florencio Varela una historia de amor sacudió los cimientos del Hospital El Cruce – Néstor Kirchner. El eco de los pasillos, normalmente inundado por el ir y venir de médicos y enfermeras, se vio interrumpido por una melodía inusual: la marcha nupcial.
Yamila, una joven abogada de 29 años, yacía en su cama de hospital. Su rostro, pálido por la leucemia que la aquejaba, se iluminó cuando vio entrar a Hugo, su compañero de vida desde hace nueve años. El amor flotaba en el aire, mezclándose con el aroma a desinfectante.
«Pensé que era dengue», confiesa Yamila. «Iba de hospital en hospital, solo me daban paracetamol». Sus ojos, aunque cansados, brillan con determinación mientras relata su odisea médica. A su lado, Carmen, su suegra, asiente con la cabeza, recordando aquellos días de incertidumbre.
El diagnóstico llegó como un golpe: leucemia grave. Pero en lugar de rendirse, Yamila y Hugo decidieron aferrarse al amor. «Mi pareja y mi familia fueron mi sostén», dice ella, apretando la mano de Hugo.
El mejor remedio contra la leucemia
Y así, en una habitación de hospital convertida en un registro civil improvisado, la pareja selló su amor ante la ley. Familiares y amigos se apiñaron en el pequeño espacio, sus rostros una mezcla de alegría y emoción contenida. El personal médico, testigos silenciosos de tantas batallas contra la enfermedad, no pudo evitar conmoverse.
La Dra. Gabriela Marín, con la voz entrecortada, comenta: «Este proyecto de amor la sostiene en la esperanza». Sus palabras resuenan en el pasillo, la feliz pareja intercambia miradas cómplices.
En Florencio Varela, donde la vida a veces parece ir a un ritmo diferente, Yamila y Hugo nos recuerdan que el amor no conoce de tiempos ni lugares. Su historia, un faro de esperanza en medio de la adversidad, seguirá resonando en los pasillos del Hospital El Cruce mucho después de que las flores de su boda se hayan marchitado.