En una noticia que conmocionó al ámbito carcelario de Florencio Varela y más allá, Marilyn Bernasconi, quien pasó gran parte de su vida tras las rejas en la Unidad 32, falleció en las últimas horas a causa de un cuadro irreversible de tuberculosis. Bernasconi, conocida por cumplir cadena perpetua por el brutal asesinato de su madre y su hermano en 2009 en Olíden, La Plata, dejó atrás una vida marcada por la tragedia y el misterio.
El trágico suceso se remonta al fatídico 26 de mayo de 2009, cuando Marilyn, entonces conocida como Marcelo, tomó un rumbo oscuro al arrebatar las vidas de su madre Juana Alicia Pérez y su hermano Carlos, en un acto que estremeció a toda la región. Aunque las circunstancias exactas del crimen permanecen turbias, Marilyn atribuyó el desenlace fatal al rechazo que enfrentó por parte de su familia debido a su orientación sexual.
Durante su tiempo en prisión, Marilyn buscó sin éxito diversas vías legales para revertir su condena, pero los tribunales bonaerenses rechazaron todas sus apelaciones. Sin embargo, su historia tomó un giro inesperado cuando decidió adoptar su identidad como mujer trans y casarse con otro recluso, una unión que terminó abruptamente cuando descubrió ser portadora de VIH.
Marilyn terminó sus estudios en la cárcel
A pesar de las adversidades, Marilyn demostró una notable dedicación a su educación, obteniendo su diploma de secundaria con un promedio perfecto y desempeñándose como empleada administrativa en la cárcel. Su vida inspiró una novela titulada «Amor, odio y locura», así como una película aclamada por la crítica, «Ni nombre es Marilyn», que captura su lucha por la redención y la aceptación.
En una entrevista reveladora, Marilyn compartió: «Era yo, la película tiene un 80 por ciento de veracidad. Una de las escenas que más me gustó fue una en la que estoy aprendiendo a ordeñar una vaca. Eso es real». Con su muerte, deja tras de sí un legado complejo que invita a reflexionar sobre la justicia, la identidad y el perdón en una sociedad en constante evolución.