En las primeras horas de la mañana, lo que debería haber sido el cierre tranquilo de una noche de diversión, se convirtió en un escenario de violencia y descontrol en la estación de servicio YPF ubicada en la intersección de la Ruta 36 y Senzabello, en Florencio Varela. Testigos presenciales relataron cómo un grupo de jóvenes, al parecer salidos de un boliche cercano, desataron una batalla campal que dejó importantes destrozos en el local y sembró el pánico entre empleados y clientes.
Según los relatos, todo comenzó con discusiones verbales que rápidamente escalaron a empujones, golpes, y finalmente, a una lluvia de objetos contundentes contra las instalaciones de la YPF, rompiendo vidrios y dañando parte del mobiliario. Los empleados del lugar, superados en número y sin medios para contener la situación, se vieron obligados a resguardarse, mientras hacían llamados desesperados a la policía.
La sorpresa y la indignación crecen al conocer que, pese a los múltiples llamados de auxilio, la respuesta de la policía de la comisaría tercera de Florencio Varela fue, por decirlo de algún modo, esquiva. Al momento de la redacción de este artículo, aún no se registra ningún detenido ni acusado por los hechos ocurridos, dejando un manto de impunidad sobre los responsables de los destrozos y la violencia.
Entre los testimonios recogidos, uno de los empleados de la estación de servicio, aún bajo el impacto de lo vivido, relató: «Fue algo de no creer, de repente todo se salió de control y no había quién los detuviera. Llamamos a la policía, pero llegaron cuando ya todo había terminado». Otros testigos, prefiriendo el anonimato por temor a represalias, coinciden en la descripción de una escena de total caos, donde la violencia parecía no tener fin.
Este lamentable suceso no solo deja tras de sí daños materiales significativos y el trauma vivido por quienes se encontraban en el lugar, sino que también plantea serias preguntas sobre la seguridad en la zona y la eficacia de las respuestas policiales ante emergencias de este tipo.
