Lucas González, como todo adolescente de 17 años, tenía grandes sueños por cumplir. Salía desde su casa de San Eduardo en Florencio Varela todos los días a las 6 de la mañana, como la mayoría de los trabajadores varelenses, hasta Barracas para un día poder «jugar en primera».
Pero no era el único sueño. Su tío Emanuel contó en la Radio de la Universidad que «soñaba con ser alguien y quería estudiar en la UNAJ«. Las balas del gatillo fácil policial los truncó.
A minutos de que los padres declaren como testigos ante la fiscalía, Emanuel los acompaña y tiene tiempo para atender a la Radio Universitaria: “Creo que una de las carreras que tenía pensada era ir a la universidad, acá hablábamos de qué importante es la Jauretche en el Cruce de Varela que le facilitó la vida a muchos chicos, Lucas seguramente hubiera ido a esa universidad. Lucas era un pibe del barrio, vivía a 13 cuadras de la UNAJ. Lucas era como lo describieron todos, un pibe de barrio, sacrificado, venía a entrenar a la mañana y a la noche se cambiaba para poder estudiar porque tenía en claro que tenía que ser alguien en la vida, por eso iba a ir a la facultad, por eso te digo que estamos orgullosos de esa facultad. Era un pibe así. El papá se levantaba para ir a trabajar y él se levantaba para ir a entrenar”.