En tiempos de creciente negacionismo y reivindicación del terrorismo de Estado, es fundamental rescatar del olvido los nombres y las historias que marcaron el oscuro pasado de nuestra nación. Uno de estos nombres es el de Mercedes Miller, un valiente hombre de Florencio Varela que desafió la dictadura militar y pagó un alto precio por su integridad y compromiso con la justicia. Una historia que hasta ahora pocos conocían y que está siendo rescatada por el colectivo Memoria Varelense.
Miller, exmiembro de la Policía Federal, fue despedido en 1973 por su participación en la custodia del fallecido general Juan Domingo Perón. Con 48 años, sin trabajo y con una incansable búsqueda de sustento, encontró empleo en una agencia de seguridad subcontratada por Molinos Río de la Plata. Su residencia en Florencio Varela lo colocó en cercanía de la casa de Marcos Vázquez, delegado de los trabajadores en la planta de Avellaneda de la mencionada empresa.
Mercedes Miller el Policía Federal que secuestró la Policía Federal
La incógnita que persiste es quiénes eran los responsables de la seguridad en la planta. Testimonios de trabajadores apuntan a un grupo conocido como los «bomberos», vinculado, según algunos testimonios, a la Policía Bonaerense. Estos individuos, inicialmente encargados de la seguridad, derivaron hacia actividades de militancia, uniéndose en oposición a la lista liderada por Vázquez. Posteriormente, durante una elección controvertida, pasó a formar parte del gremio de aceiteros.
Otro testigo, Guillermo Julio López, reveló que Molinos contrató personal de la Superintendencia de la Policía Federal para trabajos de infiltración. Este dato abre una ventana a la compleja red de complicidades que rodeaban a la planta de Avellaneda.
El caso de Mercedes Miller es una pieza clave en la investigación sobre quiénes supervisaban la seguridad en la planta. Su cuerpo fue hallado en la capital el 31 de julio de 1976, entre los días 5 y 6 de julio, cuando se dirigió a cobrar su salario como vigilante privado en la agencia de seguridad. Todo indica que Miller se había negado a ser parte del entramado de espías que enviaban los datos al ejército para la represión. Y su actitud lo pagó con el cuerpo.
El testimonio de José Roberto Ortiz, agrega otra capa de horror a la historia. Ortiz fue secuestrado y llevado al CCD Garage Azopardo, conectado a la Superintendencia Federal, donde escuchó los tormentos que padecía. A Miller se le imputó ser «montonero» por su pasado como custodio de Juan Domingo Perón y su participación en reuniones políticas en Florencio Varela.
Memoria Varelense
La esposa de Mercedes Miller, Luisa María León, señaló a Segundo Manuel Bahamondes, presunto jefe de personal de Molinos Río de La Plata, como responsable del secuestro de su esposo y otros individuos, quienes fueron detenidos en el CCD Garage Azopardo.
La detención reciente de Emilio Parodi, Gerente de Recursos Humanos de Molinos Río de La Plata, marca un hito en la búsqueda de justicia para las víctimas. Al menos 27 personas vinculadas a la empresa fueron afectadas por delitos de lesa humanidad, con 21 aún desaparecidas y cuatro brutalmente asesinadas.
En este contexto, la labor incansable de colectivos como Memorias Varelenses se erige como un faro de esperanza para aquellos que buscan la verdad y la justicia. No podemos permitir que la complicidad civil y empresarial se oculte tras discursos negacionistas. En ese sentido, Luis Pícoli, miembro del mencionado colectivo rescató que “la derecha financia expresiones negacionistas por las detenciones de empresarios vinculados a los delitos de lesa humanidad”, como la de Miller.
Pocos meses después del secuestro y fusilamiento de Mercedes Miller, su hijo también fue secuestrado y desaparecido.