En el panorama futbolístico moderno el primer lugar del podio del mejor jugador se juega, desde hace muchos años, entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, delanteros de Fc Barcelona y Real Madrid que han conquistado respectivamente 5 y 4 de este prestigioso trofeo individual. Pese a que el portugués se haya impuesto en la última edición, el argentino sigue siendo, para muchos, el jugador número 1 del momento. Si bien Ronaldo es un excelente delantero y anotador de goles, Messi, además de marcar, hace jugar mejor a su equipo y reúne todas las características del típico 10 sudamericano que gambetea y da pases y no vive solamente de los goles, aunque a veces es él quien salva al Barcelona o a la selección argentina.
El caso es que Messi representa sin duda una paradoja del fútbol argentino, por varias razones. La primera es que su juego y sus actuaciones son un diamante en el barro en el que se desarrolla ahora este deporte en Argentina, con una dirigencia sin dueños y una AFA totalmente sin control, lo que supone muchos problemas, como por ejemplo la falta de pagos a los entrenadores (Martino sabe bien de qué estamos hablando) y la autarquía de ciertos jugadores que se sienten más importantes que el DT. Con la selección nacional todavía lejos de asegurarse el pase a la Copa Mundial de Rusia 2018, el caos que se percibe ahora en el fútbol argentino es evidente, como si no bastaran los accidentes que ocurren fuera y dentro de las canchas y la falta de organización de los clubes. La otra paradoja es que Lionel Messi no consigue rendir igual de bien en la Argentina como lo hace en el Barcelona.
Es verdad que no es lo mismo jugar de vez en cuando con unos compañeros en vez de hacerlo con los que comparten tu vestuario cada día, pero el caso es que el rendimiento de La Pulga con la Selección nunca ha sido asombroso como cuando vestía de blaugrana.
Es por eso que la oportunidad del mundial del año que viene en Rusia suena como la última para un jugador que necesita sentir más amor en patria, lo que se refiera a otra paradoja: Messi, al no haber nunca jugado en la liga argentina, es visto por algunos como un cuerpo algo extraño, pese a que en su vida cotidiana siga teniendo más costumbres argentinas que españolas. Messi necesita entonces encontrarse a sí mismo también en la que es su patria, el lugar que abandonó hace 16 años para poder seguir el tratamiento hormonal de crecimiento y llegar a ser lo que es ahora. Después de haber anunciado que dejaba la Albiceleste tras perder la final de la Copa América 2016, el rosarino se lo ha pensado y ha decidido seguir siendo el capitán de la selección. Objetivo, el mundial 2018, el último gran escaparate para él y su Argentina.