La intendenta de Quilmes faltó al acto por el Día de la Militancia en la UNQ y deslizó que ante la falta de fondos para obras en su distrito pasó a «modo oposición». El jefe de La Cámpora la cruzó: «Somos oficialismo y parte del gobierno de Axel». Un capítulo inédito de interna pública dentro de la agrupación kirchnerista.
QUILMES / LA PLATA – En el micromundo del peronismo bonaerense, donde cada gesto se lee como mensaje y cada silencio como posicionamiento, lo que ocurrió fue un terremoto. Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes e integrante de la mesa chica de La Cámpora, se ausentó del acto por el Día de la Militancia que se realizó en la Universidad Nacional de Quilmes con Axel Kicillof como protagonista. No estuvo. No saludó. No compartió escenario. Y dejó trascender algo que cayó como una bomba en el cristinismo: ante la falta de fondos para obras en el Presupuesto 2025, ella entraba en «modo opositora responsable».
La reacción de Máximo Kirchner fue fulminante. El jefe de La Cámpora, que suele mantener el control férreo del discurso dentro de su agrupación, salió a desautorizarla públicamente: «Máximo no es un opositor responsable. Es parte del oficialismo de la provincia de Buenos Aires». Dos oraciones. Una sentencia. Y un mensaje que resonó en todos los despachos del peronismo bonaerense: nadie en La Cámpora se para como oposición a Kicillof, aunque las diferencias sean profundas.
La ausencia que lo dijo todo
El acto en la Universidad Nacional de Quilmes por el Día de la Militancia —que conmemora el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina en 1972— tenía todos los ingredientes para ser una celebración de unidad. Kicillof como orador principal, ministros del gabinete provincial, militantes de base, banderas. Pero faltó la anfitriona natural: Mayra Mendoza, la intendenta del distrito donde se realizaba el evento.
En la política bonaerense, cuando un gobernador o un dirigente de peso visita un municipio, el intendente local es quien oficia de anfitrión. Es protocolo, pero también es poder. Estar al lado del Gobernador en el escenario es exhibir respaldo, cercanía, alineamiento. No estar es todo lo contrario.
Mendoza eligió no estar. Y dejó que desde su entorno municipal se filtrara la explicación: estaba molesta porque el Presupuesto 2026 no incluye los fondos que viene reclamando para las obras de los arroyos San Francisco y Las Piedras, dos cursos de agua que atraviesan Quilmes y que históricamente generan inundaciones catastróficas cada vez que llueve fuerte.
«Sin fondos para obras estructurales en el Presupuesto, Mayra pasa a modo opositora responsable», deslizaron fuentes del municipio quilmeño. La frase fue deliberada. Calibrada. Diseñada para que trascendiera a los medios y generara ruido. Y vaya si lo logró.
El cruce público dentro de La Cámpora
Lo que vino después fue inédito en la historia de La Cámpora, una organización conocida por su verticalidad y su capacidad de mantener un mensaje único y compacto incluso en medio de turbulencias políticas. Máximo Kirchner, que raramente sale a desautorizar públicamente a dirigentes de su propio espacio, lo hizo.
«Máximo no piensa que La Cámpora sea oposición responsable», sentenciaron desde su entorno más cercano. Y fueron más allá: «La Cámpora es parte del gobierno de Axel. Tiene ministros en el Gabinete. Y es parte del oficialismo bonaerense con diputados, senadores e intendentes».
El mensaje era claro: Mendoza se había excedido. Había cruzado una línea roja. Podía tener diferencias con Kicillof —como las tienen prácticamente todos los camporistas—, podía reclamar por obras y fondos —como lo hace cualquier intendente—, pero no podía definirse como «opositora» al gobernador de la provincia. Eso, en el código kirchnerista, es imperdonable.
«Es válido discutir una obra y su financiamiento. Cualquier intendente lo hace. Pero siempre es dentro del oficialismo», explicaron cerca de Máximo.
La relación rota entre Mendoza y Kicillof
Mayra Mendoza y Axel Kicillof no se hablan. La relación está quebrada desde que la intendenta eligió alinearse públicamente con Cristina Kirchner en la disputa interna que enfrenta a la ex presidenta con el gobernador. Cuando CFK cuestionó a Kicillof por no posicionarse claramente de cara a las elecciones de 2025 y 2027, Mendoza tomó partido. Eligió a Cristina. Y esa elección le costó el vínculo con La Plata.
Desde entonces, las reuniones de coordinación entre el municipio de Quilmes y el gobierno provincial se volvieron tensas, frías, protocolares. Los pedidos de obras que antes se gestionaban en charlas informales ahora pasan por notas formales que tardan semanas en responderse. El diálogo político se congeló.
El reclamo por las obras de los arroyos San Francisco y Las Piedras no es nuevo. Mendoza lo viene haciendo desde hace meses. Son obras estructurales que requieren inversión millonaria y que exceden la capacidad presupuestaria del municipio. Necesita fondos provinciales. Y esos fondos no están en el proyecto de Presupuesto 2026 que Kicillof envió a la Legislatura.
«Si no hay plata para evitar que se inunde medio Quilmes cada vez que llueve, entonces no somos prioridad para este gobierno», razonaron en el entorno de Mendoza. Y de ahí el giro hacia la definición de «opositora responsable»: una forma de marcar distancia sin romper definitivamente.
Pero en el cristinismo leyeron el movimiento como un error político garrafal. «Si eran oposición responsable, entonces tenían que sacar a todos los ministros del Gabinete. Estamos de acuerdo con Máximo», ironizaron desde un despacho de La Plata.
Un capítulo más de una interna sin fin
Lo que ocurrió entre Máximo Kirchner y Mayra Mendoza es un capítulo más de una telenovela política que ya lleva demasiadas temporadas. Cristina vs. Kicillof. La Cámpora vs. el kicillofismo. Los intendentes vs. La Plata. Y ahora, por primera vez, una grieta expuesta dentro de la propia Cámpora.
«Es un caso muy extraño dentro de La Cámpora, ya que suele haber un mensaje muy uniforme y compacto respecto a todos los temas que tienen conflictividad política», reconocieron dirigentes de la agrupación consultados por este medio.
En la intimidad, Máximo Kirchner admite las diferencias con Kicillof y las tensiones existentes. No las niega. No las minimiza. Pero se asume como parte del oficialismo provincial y descarta cualquier posibilidad de fractura expuesta en este momento de tantas acusaciones cruzadas dentro del peronismo bonaerense.
Lo suyo es un acto de ordenamiento, pero también de pragmatismo. No quiere que su agrupación quede como la responsable de un quiebre definitivo del peronismo en la provincia. Sabe que si La Cámpora rompe abiertamente con Kicillof, el costo político lo pagará su madre, Cristina. Y eso no está en los planes.
«Nosotros actuamos sabiendo que está todo roto. No nos podemos detener en todos los líos de la interna», avisaron desde La Plata. «El que quiera romper, que levante la mano».

