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La fiesta de los comisarios de la vergüenza: desborde en el cumpleaños del Jefe de la Policía de Varela

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Desborde en la fiesta del cumpleaños del Jefe de la Policía de Varela en el Camping Los Horneros.

En un acto de incredulidad y desdén hacia la comunidad que debería proteger, el jefe de policía de Florencio Varela, cuya responsabilidad principal es velar por la seguridad y el bienestar de los ciudadanos, optó por celebrar su cumpleaños en un espléndido evento en el Camping Los Horneros, perteneciente al Sindicato de Empleados de Comercio de Lanús y Avellaneda (SECLA), que comanda desde hace años Orlando Machado.

Mientras tanto, los barrios de Villa Hudson y La Sirena se sumergían en la desesperación y la indignación debido a la incesante ola de delitos que asola sus calles y que incluyó tiroteos narcos a plena luz del día.

Todos los informantes señalan a Infosur que fue un verdadero festín para los sentidos: alcohol fluyendo libremente, mujeres exuberantes, y la piscina reflejando los destellos de la vergüenza de una autoridad que debería dar ejemplo. Mientras los vecinos luchan por mantener la cordura en medio del caos, los responsables de las comisarías de Florencio Varela, excepto uno, no dudaron en pasar la gorra para comprarle al jefe policial un Iphone 15 último modelo, un regalo que seguramente hará que los ciudadanos sientan un alivio inmediato ante la creciente inseguridad.

Pero la fiesta no terminó con la distribución de regalos y el derroche de dinero. No, la noche tuvo su dosis de drama y acción cuando una pelea estalló entre un comisario, el que no había aportado para el regalo, y una subcomisario, desencadenando una persecución que parecía sacada de una película de Hollywood. Con armas en mano, la situación alcanzó niveles de absurdidad y cinismo que superaron toda expectativa.

La persecución, según los informantes, incluyó calles del barrio que rodea al camping en el que suelen hacerse reuniones de este tipo.

En medio de este trágico espectáculo, los ciudadanos de Florencio Varela se enfrentan a una cruel ironía: aquellos que están llamados a protegerlos son los mismos que se burlan de su seguridad y bienestar. Este escándalo no solo mancha la reputación de las autoridades policiales, sino que también socava la confianza y la esperanza de una comunidad que clama desesperadamente por justicia y seguridad. Que este episodio sirva como un llamado de atención urgente a nuestras autoridades para que tomen medidas concretas y pongan fin a esta farsa vergonzosa que está ocurriendo a plena luz del día.

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