Un verdadero drama estremece al barrio El Molino en Florencio Varela. Un hombre de 42 años, que aparentemente padece esquizofrenia, atacó brutalmente a su abuela de 85 años en su propia casa. La mujer fue trasladada de urgencia al hospital, pero no logró sobrevivir.
La tarde del miércoles 18 de junio no fue una más en la calle Posadas al 600, una zona humilde y tranquila del barrio El Molino, en Florencio Varela. Eran cerca de las 18 horas cuando un llamado desesperado al 911 alertó sobre un episodio de violencia doméstica. Lo que los efectivos encontraron al llegar, superó toda lógica.
Vecinos y vecinas estaban agolpados en la vereda, algunos lloraban, otros intentaban explicar entre sollozos lo que habían presenciado minutos antes: una mujer de avanzada edad, con el rostro completamente ensangrentado, yacía inconsciente, desnuda y boca abajo sobre la calle, frente a su propia casa.
La víctima fue identificada como Nimia R., de 85 años, quien vivía en ese domicilio junto a su nieto, Ramón, de 42 años, un paciente ambulatorio diagnosticado con esquizofrenia crónica, que según fuentes policiales recibía atención psiquiátrica en el Hospital Borda.
Según el testimonio de los testigos, Ramón atacó a su abuela a golpes dentro de la vivienda, provocándole un profundo corte en la frente. Luego la habría arrastrado hasta el patio y finalmente la arrojó fuera de la casa, en un acto de violencia salvaje que dejó sin palabras a todo el vecindario.
Una ambulancia del SAME llegó rápidamente al lugar y trasladó a la mujer al Hospital Mi Pueblo en estado reservado. Sin embargo, los médicos no pudieron revertir el cuadro y la víctima falleció a las pocas horas a causa de los múltiples traumatismos.
Mientras tanto, los efectivos de la Comisaría Segunda de Florencio Varela y del Comando de Patrullas encontraron a Ramón sentado en el patio de la casa, con la ropa manchada de sangre. Fue inmediatamente reducido y aprehendido.
La investigación, que quedó a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción N° 4 de Florencio Varela, se encuentra en curso, mientras se aguardan los resultados de las pericias psiquiátricas para determinar si el agresor puede ser considerado imputable.
El barrio El Molino aún no sale de la conmoción. «Era una señora buena, muy querida. Siempre con su bolsita, yendo a hacer las compras. No merecía terminar así», dijo entre lágrimas una vecina que conocía a Nimia desde hacía más de veinte años.
En tanto, organizaciones sociales y vecinales pidieron que el sistema de salud mental tenga una mayor presencia territorial para evitar tragedias como esta. La violencia en los hogares, cuando se mezcla con patologías desatendidas, puede convertirse en una bomba de tiempo.
