(Por Jony Colombini *) A partir de la aplicación de la Ley Sáenz Peña, Argentina tuvo su primer hito hacia el voto universal, obligatorio y secreto. El primer mandato presidencial bajo condiciones democráticas fue ejercido por Hipólito Yrigoyen al asumir el 12 de octubre de 1916. Sin embargo esa universalidad era aún exclusiva para hombres nativos argentinos y naturalizados mayores de 18 años.
Tras un extenso recorrido de lucha por el reconocimiento y la dignidad de las mujeres, en septiembre de 1947 Perón le entrega a Eva el decreto de sanción de la ley en un acto multitudinario en Plaza de Mayo: “Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos”. El 11 de noviembre de 1951, ese artículo fue puesto en práctica con un resultado contundente, Perón sacaba el 63% de los votos, con la participación del 88% del padrón electoral.
Sin embargo, estos hechos sucedieron entre intermitentes momentos de oscuridad. Durante el Siglo XX se concretaron seis golpes de Estado: en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Seis momentos donde se abolió el voto: los cuatro primeros establecieron gobiernos de facto provisionales y los dos últimos impusieron dictaduras de corte autoritario.
La última interrupción engendró un régimen de terrorismo de Estado donde se violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron miles de desapariciones, asesinatos, torturas, robos de bebés, violaciones, encarcelamientos ilegales, persecuciones ideológicas y exilios con el fin de destruir la matriz productiva, la libertad y el debate de ideas, la soberanía y la economía nacional.
Fue recién en octubre de 1983 cuando el pueblo y los sectores políticos acordaron sostener, promover y proyectar enfáticamente la continuidad democrática. La frase que consolidaba ese principio moral aparece en el discurso de asunción de Raúl Alfonsín, el primer presidente democrático luego de la última dictadura militar: «con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura». De esta manera, comenzó un ciclo democrático ininterrumpido que está próximo a cumplir 40 años y que tiene a cada uno de nosotros como defensores de ese legado que, en contextos complejos, de crisis y cambios sociales, se defiende ejerciendo el derecho a votar.
*Director Gral. de Comunicación, Municipalidad de Florencio Varela