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Vecinos de La Sirena aislados porque no pasa el colectivo

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La rutina diaria de los vecinos del barrio La Sirena, en Florencio Varela, se convirtió en un calvario. Desde hace tres semanas, el Ramal F de la Línea 354 dejó de circular por la zona, afectando gravemente a quienes dependen de este medio de transporte para ir al trabajo, la escuela o realizar trámites esenciales.

El motivo de la suspensión es el deterioro de las principales arterias del recorrido: Diagonal Cortez, Dans Rey y Azara —también conocida como Calle 14—, que presentan baches profundos y sectores donde el hormigón prácticamente desapareció. La empresa justificó la decisión señalando que las condiciones son intransitables para las unidades, a pesar de que abonan un canon económico por operar en el municipio.

Para los usuarios, esta situación es una verdadera complicación. Muchos de ellos deben caminar hasta tres barrios para acceder a la parada más cercana. “Nos dejaron aislados. Si no tenés un vehículo propio, tenés que cruzar todo el barrio caminando y no es seguro”, expresó Daniel Escalante, vecina de la zona y miembro de la Asociación Civil, Deportiva y Cultural Nacha Mareco.

Abandono y reclamo
Los vecinos alzaron la voz en busca de soluciones, pero hasta el momento no obtuvieron respuestas concretas. “Queremos que arreglen las calles y que el colectivo vuelva. Esto no puede seguir así”, reclamó otro habitante del barrio.

¿Un problema de fondo?
La suspensión del recorrido también pone en discusión la responsabilidad de la empresa de transporte, que, según trascendió, paga un canon económico al municipio por utilizar las calles del distrito. Para los vecinos, esto debería implicar un compromiso mayor de ambas partes para garantizar el servicio.

Mientras tanto, en La Sirena, el malestar crece. “No pedimos lujos, solo queremos que el colectivo vuelva”, resume Graciela Méndez, una jubilada que depende del transporte público para asistir a sus consultas médicas.

La comunidad del barrio sigue a la espera de una solución concreta, mientras la ausencia del colectivo Ramal F se convierte en el símbolo del abandono que sienten día a día.

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