Ser pobre en la vida… y en la muerte. Morirse cuesta plata y los pobres suelen no tener un peso para el cajón y el sepelio. Y allí hasta el último momento, la injusticia suele ser un sable perforando el pecho.
Velar a un ser querido fallecido implica una erogación de dinero que ronda los 20 mil pesos de base. Desde la sala de velatorio, el ataúd, el traslado del cuerpo al Cementerio municipal y el coche fúnebre todo cuesta dinero. Mucha gente no puede abonar esos montos elevados: a veces, se hacen velorios en domicilios particulares o en locales prestados por la buena fe de algún conocido.
Y en la crisis por la que atraviesa el país, es una gran preocupación para la Junta Vecinal Ceferino Namuncurá de Sarandí en el parido de Avellaneda. “Con el aporte del municipio vamos a reformar una parte de nuestra sede para realizar allí un velatorio comunitario, porque hay vecinos que no pueden costear un sepelio para sus seres queridos”, explica Rodolfo Salinas, presidente de la institución al recibir al jefe comunal de ese distrito, Jorge Ferraresi, que llegó con un subsidio en la mano.
“Agradecemos al intendente por esta ayuda y también por su compromiso de nombrar las calles del barrio y colocar la altura correspondiente, para facilitar el trabajo de los carteros y remises”, dijo Salinas.
Sarandí: la crisis también golpea a la hora de morir, hacen sepelios comunitarios en una sala del barrio
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