Aunque el registro de una marca no es obligatorio, sólo las marcas registradas gozan de protección jurídica. La finalidad de una marca es distinguir los productos o servicios de una persona de los de otra.
El titular de una marca tiene derechos exclusivos para permitir o prohibir a otros el uso de la marca sólo después de haberla registrado.
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Registrar una marca merece la pena, en primer lugar, porque las marcas son una herramienta publicitaria muy importante que añade valor a los productos.
En segundo lugar, el registro de una marca proporciona protección contra la copia de la misma.
En tercer lugar, el registro de una marca da derecho a utilizarla frente a terceros. Este derecho puede ser ejercido por el titular de la marca contra cualquier otra persona que utilice ilegalmente una marca idéntica o confusamente similar.
En cuarto lugar, una marca registrada puede ser arrendada, pignorada o vendida como objeto de propiedad intelectual y obtener así un beneficio financiero real.
En quinto lugar, el titular de una marca registrada puede presentar protestas, reclamaciones, demandas y proteger sus derechos de cualquier otra forma posible.
Sexto, el registro de una marca notoriamente conocida determina la decisión del consumidor a la hora de adquirir un producto o servicio.
En séptimo lugar, una marca registrada es el activo más valioso.
En conclusión, merece realmente la pena registrar una marca, ya que una marca es un objeto de propiedad intelectual y requiere protección jurídica, que sólo se adquiere tras el registro de la marca.