Con el 71,2% de participación y 1.113 votos bajo la lluvia, el Sindicato de Trabajadores Municipales de Varela reeligió a su conducción por cuatro años más. Ahora mira con preocupación el escenario post-electoral a nivel nacional y anticipa: «Va a ser mucho más complejo»
FLORENCIO VARELA — El viernes llovía sobre Varela, pero eso no detuvo a los trabajadores municipales. Mientras el agua caía sobre el distrito, más de mil empleados se movilizaron a las urnas para definir el futuro de su sindicato. Y cuando la Junta Electoral terminó de contar los votos, el mensaje fue claro como el agua que empapaba las calles: Darío D’Aquino seguirá al frente del gremio por cuatro años más.
La Lista Unidad Azul y Blanca N° 2 obtuvo 1.113 votos positivos sobre un padrón de 1.434 afiliados, lo que representó una participación del 71,2%. Un respaldo contundente para una lista única que, en circunstancias normales, podría haber desmovilizado al electorado.
«Muy felices», resumió D’Aquino en diálogo con Radio Universidad Arturo Jauretche este lunes por la mañana, apenas horas después de la derrota del peronismo en las elecciones legislativas nacionales. La alegría del triunfo gremial chocaba con la preocupación política: el contexto, advirtió, se vuelve «mucho más complejo» de aquí en adelante.
Lluvia, masividad y un mensaje claro
El viernes 24 de octubre no era un día amigable para salir de casa. La lluvia insistente sobre Florencio Varela complicaba el tránsito y enfriaba las calles. Sin embargo, los trabajadores municipales se movilizaron de manera masiva hacia los lugares de votación.
«Fue un día con un clima complejo, con lluvia, y los trabajadores se movilizaron de manera masiva. Nos dieron un respaldo contundente», celebró D’Aquino, quien además ocupa el cargo de Secretario de Coordinación General de la Federación de Trabajadores Municipales de la Provincia de Buenos Aires y una de las tres secretarías adjuntas de la CGT regional Quilmes-Varela-Berazategui.
El padrón había crecido desde abril, cuando contaba con 1.434 afiliados. Nuevas incorporaciones engrosaron las filas del sindicato, un dato que D’Aquino interpreta como señal de confianza: «Se ha afiliado mucha más gente», destacó.
La Lista Unidad Azul y Blanca N° 2 era la única en competencia. Pero lejos de restar legitimidad al proceso, la participación masiva bajo condiciones climáticas adversas terminó funcionando como un plebiscito de gestión.
«Éramos lista única, y eso a veces desmoviliza»
En política sindical, competir contra uno mismo es siempre un desafío. La ausencia de opciones alternativas puede llevar a la apatía electoral. Pero no fue el caso.
«A veces eso quizás desmoviliza un poco el incentivo al voto», reconoció D’Aquino, «pero no digo que estamos sorprendidos, porque uno siempre trabaja —cuando digo uno, hablo de toda la comisión directiva, de todo el equipo de trabajo— en función de que después la gente pueda revalidar esas cuestiones, si se siente bien representada».
¿Cómo se construye una lista única en un contexto sindical complejo como el actual? El secretario general lo explica con franqueza: «Ha habido en algunos momentos algunos trabajadores y trabajadoras que han pretendido competir, pero bueno, nosotros cumplimos con las normativas que establece la ley de asociaciones sindicales y nuestro estatuto, hacemos las publicaciones correspondientes para que todos los trabajadores y trabajadoras tengan los plazos legales a fin de poder armar una lista y presentar».
La conclusión es sencilla: nadie presentó una alternativa competitiva. «No han armado, no se han presentado», sentenció.
La clave del respaldo, según D’Aquino, está en la cercanía: «Nuestra gestión es de cara a la gente, con cada trabajador en las áreas de trabajo, hablando y abrazando permanentemente a nuestros compañeros y compañeras que tienen un inconveniente».
No promete resolver todos los problemas —»hay cuestiones que tienen que ver con lo coyuntural, con la economía, claramente todas no se pueden resolver»—, pero sí garantiza honestidad y transparencia. Y eso, en tiempos difíciles, no es poco.
El lunes después de la derrota: análisis político y preocupación
El domingo 26 de octubre, apenas 48 horas después del triunfo sindical, el peronismo bonaerense sufrió una derrota ajustada pero derrota al fin en las elecciones legislativas nacionales. Para D’Aquino, que venía de celebrar su reelección, el golpe fue doble: político y estratégico.
«Tenemos que sentarnos y evaluar más finamente qué es lo que ha sucedido», reflexionó con la voz cansada este lunes. «Claramente hay cuestiones que debemos resolver puertas adentro. Creo que las internas le hacen muy mal al peronismo».
El diagnóstico es autocrítico pero firme: tras el contundente triunfo del 7 de septiembre en las provinciales, algo se quebró. «No así ahora», admitió. «De todas formas hay que reconfigurar, recalcular, y mirar de cara al 27 a fin de ver cómo vamos a reconstruir».
Porque D’Aquino no duda de que el peronismo —o las fuerzas que puedan articularse bajo esa matriz política— tendrá que reconstruir «una patria totalmente devastada» después de 2027.
«Van a avanzar más fuertemente y de una manera mucho más cruel»
Lo que más preocupa al líder sindical no es solo la derrota electoral, sino lo que vendrá después. El respaldo popular al gobierno nacional, interpreta, será leído como un cheque en blanco para profundizar el ajuste.
«Entiendo que este respaldo que ha recibido el gobierno nacional va a hacer a que avancen más fuertemente y de una manera mucho más cruel en contra de los intereses de los trabajadores, de la pequeña y mediana empresa, de la salud, de la educación», advirtió con preocupación.
La lectura es política pero también gremial: el gobierno de Javier Milei intensificará las medidas contra los trabajadores estatales, creyendo tener el mandato popular para «destruir absolutamente todo y vender todos los recursos naturales que tengamos».
Para D’Aquino, el panorama sindical se complica: «Va a ser mucho más complejo de aquí en adelante, mucho más complicado de lo que ya viene siendo en función de las medidas que ha tomado el Gobierno Nacional en estos dos primeros años».
El desafío, entonces, es doble: sostener las conquistas laborales de los municipales varelenses y, al mismo tiempo, articular una estrategia política de mediano plazo.
El llamado a la unidad y el horizonte 2027
Si hay algo que D’Aquino tiene claro es que sin unidad no hay futuro. La autocrítica por las internas peronistas es dura, pero la propuesta es constructiva.
«No tengo duda de que el peronismo y las fuerzas en las cuales nos podamos poner de acuerdo para tener un 27 diferente a lo que ha resultado hoy, vamos a tener que generar un proyecto de gobierno en un marco de unidad absoluta y clara, y de cara a la gente para que no nos vuelva a suceder esto», sentenció.
El mensaje final del líder sindical fue de trabajo y resiliencia: «A los que tenemos hoy el peronismo: a no decaer, a trabajar. Las cosas se solucionan trabajando y no llorando sobre una baldosa. Hay que trabajar y mostrarle a la gente que tenemos la capacidad de poder revertir esto y ayudarlos a que tengan a vivir un sueño mejor, un futuro mejor».
Un sindicato con peso regional
El Sindicato de Trabajadores Municipales de Florencio Varela no es un actor menor en el mapa gremial bonaerense. Está adherido a la Federación de Trabajadores Municipales de la Provincia de Buenos Aires —donde D’Aquino ocupa la Secretaría de Coordinación General— y, a través de ella, a la CGT nacional.
A nivel regional, el gremio varelense tiene peso propio: ocupa una de las tres secretarías adjuntas de la CGT regional Quilmes-Varela-Berazategui, lo que le da voz y voto en las decisiones estratégicas del movimiento obrero de la zona sur del conurbano.
Con el padrón en crecimiento y un respaldo electoral contundente, D’Aquino enfrenta ahora un mandato de cuatro años en un contexto que él mismo define como «muy complejo, muy difícil».
El viernes bajo la lluvia, los trabajadores municipales de Varela votaron con los pies mojados pero las convicciones firmes. Le dieron a su conducción sindical un mandato claro para los próximos cuatro años. Ahora, el desafío es honrar ese respaldo en tiempos que, todos coinciden, serán de tormenta. Y no solo climática.

