Hoy todos hablan de Enzo Fernández por su enorme presente en la Selección Argentina y su paso por el Mundial de Qatar 2022. Pero hubo un tiempo en que Marcelo “Muñeco” Gallardo lo sentó y le dijo que buscara un club para irse porque en River no tenían lugar para él. Una cachetada que el jugador de las inferiores no tenía en carpeta. Así fue que con 19 años, recaló en Defensa y Justicia.
De tal manera, Enzo comenzó a desplegar sus alas en Florencio Varela. Rápidamente se hizo un espacio en la mitad de la cancha y fue protagonista de las dos grandes hazañas de Defensa y Justicia a nivel continental. Dejó su huella tras la notable faena que tuvo el Halcón en la Copa Sudamericana 2020, la cual tuvo el placer del alzar luego del 3-0 a Lanús. Y también con la conquista de la Recopa Sudamericana, cuando Defensa, ya sin Hernán Crespo pero otra vez con Sebastián Beccacece en el corralito, superó por penales a Palmeiras en un partido memorable y dramático en Brasil que hizo entrar al club del Sur del Gran Buenos Aires en la historia grande.
Recién después volvió a River donde Enzo Fernández se consolidó en la primera, se adaptó con llamativa rapidez al fútbol europeo y accedió a la chance de jugar su primer Mundial con el seleccionado argentino.
Desde el balcón de la casa que habita en la zona más exclusiva de Doha, La Perla, Raúl Fernández, padre de Enzo, repasa la historia familiar en el barrio Villa Bonich, en el partido bonaerense de San Martín, y define como «algo soñado» las sensaciones que lo recorren este cálido domingo en Doha, con su mirada perdida sobre uno de los canales que recrean a la ciudad italiana de Venezia.
La Selección y el Mundial Qatar 2022 para Enzo Fernández
Enzo recibió su primera convocatoria a la Selección en septiembre pasado; acumuló 60 minutos entre los amistosos con Honduras y Jamaica e impresionó al DT Lionel Scaloni para que le asegurara un lugar en la lista de 26 convocados para Qatar 2022. Su debut oficial se produjo en la derrota con Arabia Saudita, el martes pasado, y anoche, en su segundo partido desde el banco, fue figura y autor del último tanto en la victoria que puso al equipo nuevamente en carrera en la competencia FIFA.
«Cuando hizo el gol me quería abrazar con toda la gente que estaba en la cancha. Después me abracé con mi señora, lloramos y no pude ver nada más. Recién hoy vi el festejo de gol de Enzo y cómo lo abrazaron sus compañeros. Que esté hoy jugando un Mundial y que haya hecho ese golazo realmente es un sueño», admite con emoción.
Raúl Fernández recuerda que Enzo tenía «una gigantografía con Messi» en el gimnasio de su casa en Buenos Aires y se muestra incrédulo por los elogios recibidos de parte del capitán del seleccionado.
«Pensar que hace cuatro años lo elegía a Messi para jugar en la Play Station y ahora comparte la cancha con él», se sorprende.
Pero mayor nostalgia le produce todo lo vivido para llegar a este presente familiar esplendoroso, con su hijo figura de una Selección plagada de estrellas.
«Nosotros somos una familia humilde, de barrio, la peleamos con él desde los 6 años cuando llegó a River. Mi señora lo llevaba a entrenarse todos los días en colectivo porque no teníamos vehículo. Se iban al mediodía, después del colegio, y volvían a las 6 o 7 de la tarde, según lo que tardara el 28, porque a veces la General Paz estaba complicada», relata.
«La sufrimos, pero ahora tenemos nuestra recompensa. Que Enzo esté donde está, que haya logrado todo lo que logró, en base al sacrificio, es una enorme felicidad», admite.
En su época de juvenil, Enzo, de familia riverplatense fanática, tenía tendencia a aumentar de peso y eso lo hizo dudar de su futuro deportivo: «Cuando estaba en 9na., un día vino y me dijo: ‘me van a dejar libre’. La técnica siempre la tuvo pero el físico le costaba. Yo le contesté: ‘no, no te van a dejar libre’. Nosotros somos de River…», recuerda con una cadenita «millonaria» y el escudo tatuado en su pantorrilla.
«Entonces ahí se dio cuenta que tenía que estar 10 puntos, fuimos a un centro de alto rendimiento que conseguí mediante un amigo, bajó cinco kilos en un mes, agarró la octava división y no paró más», evoca con orgullo.
«Los compañeros que lo conocen de toda la vida todavía le siguen diciendo ‘gordo’. Nunca quiso mostrar fotos de los 10 años porque estaba todo inflado», apunta con una sonrisa.
La realidad de Enzo hoy es completamente diferente. «Después del partido con Arabia lo fuimos a visitar a la concentración y lo noté muy bien de ánimo. Él sabía que en el poco tiempo que había jugado había respondido bien».
Raúl volverá a encontrarse con su hijo en el día después de su gran noche en Lusail. Lo acompañarán su señora Marta, su nuera, su consuegro, una nieta y el padrino de la nena, amigo de Enzo, que también llegaron invitados a Qatar. «Nos quedaremos hasta donde llegue Argentina», cierra con la ilusión de que ese día sea el 18 de diciembre.