Hace años que la inteligencia artificial irrumpió en algunas rutinas y, pese a la rápida evolución tecnológica, parece que todavía hace falta que pasen varios años más para alcanzar su cúlmen. Algo que frustra a algunos y alivia a otros a partes iguales en los diferentes sectores de la sociedad.
Mientras que algunos ven en el desarrollo tecnológico y sus posibilidades un enorme avance para la sociedad, lleno de ventajas, para otros no representa otra cosa que una terrible amenaza, no solo debido a que pone en peligro sus puestos de trabajo, sino también al temor que causa pensar que llegará un día que los humanos estén bajo el mando de aquello que en su día crearon.
Esto, que parece el argumento de una de tantas películas de ciencia ficción, es el argumento de todos aquellos que ven a la inteligencia artificial como una amenaza.
Sin embargo, no deja de ser sorprendente que muchos de los que reniegan no sean capaces de vivir sin sus smartphones y sin conexión a la red de redes. Puede que la diferencia entre la aceptación de esto o no sea una simple cuestión de haber nacido unos cuantos años antes o más tarde.
En cualquier caso, lo que está claro es que cuando las nuevas tecnologías irrumpieron en la vida de la mayoría de personas, ninguna de ellas pensó que llegarían a convertirse en algo tan esencial e indispensable.
Basta con hacerse una simple pregunta para ser conscientes de ello, ¿cuántas de las personas que conozco no poseen un smartphone? La respuesta es muy sencilla, muy pocas o ninguna, limitándose en la amplia mayoría de casos a personas mayores y niños.
El smartphone se ha convertido en la actualidad en un objeto imprescindible, tanto como las llaves para poder entrar en casa. Sin embargo, es para la mayoría bastante más útil que estas últimas porque incluso eso, la apertura de puerta, ya puede hacerse a través de la IA.
Los dispositivos han pasado de ser un simple teléfono a convertirse en lo que nos mantiene permanentemente comunicados con el mundo, con nuestros contactos, entretenidos, agendados, informados e incluso monitorizados. Por cada interés que tiene una persona existen cientos de aplicaciones relacionadas. Un mundo que los programadores han sabido aprovechar.
Sin embargo, para desarrollar y sobre todo probar apps en un ordenador es necesario echar mano de un emulador, solo de esta forma el programador sabrá que efectivamente la aplicación que está desarrollando es efectiva en el sistema operativo que va a emplear.
Pero los emuladores no solo son útiles para los programadores, sino que cada vez son más los que emplean el emulador Android Bluestacks para poder jugar en sus ordenadores a todos esos juegos a los que juegan en sus smartphones, permitiendo de esta manera emplear, además de una pantalla mucho más grande un entorno más cómodo.