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El drama del coronavirus y la pobreza en Florencio Varela

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Vecinos de los barrios Luján y La Carolina levantan un
desesperado grito de auxilio porque la comida escasea

Hace tiempo que vecinos de los barrios populares como Luján o La Carolina en Florencio Varela aprendieron a enfrentar las adversidades con solidaridad. La dura realidad los llevó a comprender que no se sale solo, sino acompañado. La falta de trabajo y muchas veces de un plato de comida en la mesa los fue empujando y cercando en la pobreza, que no es un virus pero que cuando pica hunde sus dientes hasta el mismísimo hueso de la humanidad. El enorme trabajo de los comedores, a veces sin ayuda estatal, y la mano tendida para el que necesita también son una postal de esas calles de tierra que se convierten en lodazal durante las lluvias y que nadie cuenta.

En plena cuarentena obligatoria vecinos de estas populosas barriadas varelenses eligieron a Infosur para contar la experiencia de vivir en dos de lugares más postergados del partido en medio de una pandemia de coronavirus. “Con mucho sacrificio se puede, pero cuesta”, dijeron por separado pero al unísono.

Renzo Lopreite, es voluntario en TECHO y Coordinador de Comunidad de la mesa de trabajo vecinal del barrio La Carolina en la localidad de Ingeniero J. Allan, Florencio Varela.

Horas atrás, dirigió a Infosur una carta escrita por los vecinos y vecinas del barrio donde comunican y reclaman por ayuda para atravesar la situación de extrema precariedad que están sufriendo durante esta cuarentena.

Lo primero que quieren contar es que la zona parece abandonada y olvidada por el gobierno municipal, provincial y nacional.
“Por un lado, entendemos la altísima importancia de respetar la cuarentena, no solo por una cuestión de solidaridad para uno con el otro, sino además por una cuestión de cuidado propio al ser la asistencia médica un derecho casi inaccesible para nosotros, producto de la exclusión social que sufrimos por ya muchos años”, cuentan.

Sin embargo, refieren que por más voluntad que tengan para continuar y respetar la cuarentena, se ven en casi una imposibilidad total de hacerlo. Y explican por qué. “La gran mayoría de nuestra comunidad depende de ingreso diario obtenido a través del trabajo informal para poder subsistir. El interrumpir nuestras actividades de esta manera nos expone a un estado de vulnerabilidad extremo”.

Otro dato alarmante es que los pobladores carecen de productos de limpieza o higiene personal fundamentales para afrontar el virus; no tienen los alimentos necesarios para poder llevar un plato de comida a la mesa para alimentar a sus familias y sin poder trabajar no cuentan con los medios para poder adquirirlos. Una postal desesperante.

“Hoy la realidad en nuestro barrio es desesperante. Las familias no pueden hacerse cargo del cuidado de sus miembros mayores, los comedores no dan abasto ante la necesidad de la gente, nos encontramos realizando la cuarentena en condiciones de hacinamiento extremas y muchísimas familias ni siquiera son capaces de lavarse las manos de manera regular ante la falta de servicio sanitario, Agregando también el gran riesgo que corremos ante la epidemia de Dengue que en paralelo amenaza nuestra comunidad”, subrayan casi en un desgarrador grito de angustia.

“Es por esto que a través de esta carta hoy estamos reclamando ante las autoridades que se respeten nuestros derechos y se nos brinde la ayuda necesaria para poder continuar esta cuarentena de una manera digna; A su vez hacemos un llamado a la solidaridad solicitando artículos de limpieza, mercadería, repelente para mosquitos, cualquier cosa que esté al alcance y por sobre todo difusión de nuestra situación, para que el Estado no siga haciendo oídos sordos ante nuestros pedidos y nos brinde la ayuda que necesitamos”, finalizaron.

OTRA POSTAL, EL MISMO DRAMA
El barrio Luján de Florencio Varela está ubicado en Gobernador Costa, en las cercanías de la estación Ardigó. “Acá residimos miles de familias, que desde siempre, vemos nuestros derechos vulnerados al no contar con servicios básicos formales y de calidad, calles en buen estado, ni ningún tipo de infraestructura comunitaria, más que una plaza, un jardín y una escuela”, arranca contando una vecina del barrio en una carta enviada a este medio.

“En el actual contexto provocado por el coronavirus, se nos pide que cumplamos medidas que para nosotros son difíciles o casi imposibles de acatar. En primer lugar, nos dicen que lavemos nuestras manos de forma constante, sin embargo, los cortes de agua son moneda corriente en nuestra comunidad. Por otro lado, se nos pide que nos quedemos en nuestras casas, muchas de las cuales no tienen ni el espacio ni las condiciones para que toda la familia pueda convivir plenamente durante la cuarentena”, describe.
A estos datos se suman otros no menos importante. La mayoría de los habitantes depende de trabajos informales para llevar un plato de comida a los hogares. “La situación que estamos atravesando, es verdaderamente desesperante. Ante la incapacidad de salir de nuestras casas, la falta de trabajo provoca que no tengamos dinero suficiente para costear la alimentación de nuestras familias”, cuenta.

“Agradecemos los esfuerzos del Estado para incrementar las asignaciones familiares, pero no es suficiente. El comedor escolar está entregando un sándwich y una fruta, o comida no perecedera que es dificil de cocinar cuando falta el gas. En los merenderos y comedores de nuestra comunidad la mercadería no está dando a basto para cubrir las necesidades de las familias del barrio”, sostiene.

Y es ahí donde debe prevalecer el ojo del Estado, en todos los niveles, para dar una mano. Lo dijo el presidente: primero los más necesitados.

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