Cada año miles de personas en todo el mundo inician su peregrinación hacia el sepulcro del Apóstol Santiago. Un camino histórico con distintos recorridos que sirve también de peregrinación interior.
Son muchos los kilómetros por delante y muy variadas las razones que llevan a las personas a iniciar el camino. Abundan los que lo realizan por motivos religiosos, pero también aquellos que lo hacen por razones espirituales, como una buena manera de reencontrarse con uno mismo, poner a prueba sus fuerzas y conectar con la naturaleza. Incluso hay quien se lo toma como una forma más de realizar ejercicio físico. Toda inspiración, en realidad, vale.
En cualquier caso, y ya se trate del camino francés, el primitivo, el inglés o cualquier otro de los múltiples que existen, todos conducen al mismo lugar, a Santiago de Compostela. Concretamente, a la Catedral de Santiago de Compostela sita en la mundialmente conocida Plaza del Obradoiro.
No obstante, y pese a que el fin último de los que hacen el Camino de Santiago es adentrarse en el templo, lo cierto es que a medida que se avanza se van descubriendo las riquezas que atesoran las distintas ciudades, villas y pueblos por los que discurre el camino, así como las particularidades de su flora y su fauna, sorprendentes para una inmensidad de los extranjeros que cada año consiguen la Compostelana.
De todos los caminos que conducen a la capital gallega, el francés, junto con el primitivo, son de los más transitados, aunque el inglés va sumando cada día más peregrinos.
Pero, esta peregrinación, que tiene como fin abrazar al Santo, es continuada en muchas ocasiones hasta el fin del mundo, es decir, Fisterra, donde se da por acabado el mundo anterior, donde el Océano Atlántico abre las puertas a una nueva experiencia. Asimismo, es cada vez más habitual desandar lo andado, es decir, regresar caminando al punto de partida.
Sin embargo, una buena parte de los peregrinos que acuden a Santiago, poco saben del origen de las rutas jacobeas, ignorando que la Catedral de Oviedo, también conocida como Sancta Ovetensis, es el origen del hoy conocido como camino primitivo.
Y es que, cuenta la leyenda que Alfonso II, tras conocer el descubrimiento de la tumba del apóstol, puso rumbo a Santiago en lo que se considera la primera peregrinación jacobea, iniciada desde el templo ovetense.
De hecho, la catedral de Oviedo se convirtió durante la Edad Media en el segundo centro de atracción de peregrinos de España más importante. Algo en lo que tuvieron mucho que ver los tesoros que alberga el prelado templo.
Al adentrarse en la historia de la catedral de Oviedo uno descubre detalles como los anteriores, así como la infinidad de obras y desastres que este templo ha tenido que soportar a lo largo de los siglos.
En cualquier caso, el hecho de que la Sancta Ovetensis albergue el Santo Sudario, la convierte en uno de los templos que más fieles recibe anualmente, al igual que ocurre en la Catedral de Turín al poseer la Sábana Santa.
Existe desde hace tiempo una cuarteta que reza, “El que va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y deja al señor”, lo que deja más que patente la importancia que la catedral ovetense tiene en el ámbito jacobeo.
Puede que el número de peregrinos haya descendido, pero el 2021 es Año Santo, quizás sea posible recuperarse para entonces de los desastres acaecidos durante este 2020.