El amanecer en la calle Samborombom de Florencio Varela fue abruptamente interrumpido por el sonido seco de dos disparos. Eran las 07:10 del 24 de agosto de 2024, y lo que parecía ser una mañana como cualquier otra se transformó en una escena de horror.
P.L.L., una vecina de toda la vida, despertó sobresaltada. El eco de una fuerte discusión provenía del patio de su casa, donde vivía su hijo Javier Gauna y su pareja Verónica López. Las voces alteradas se mezclaban con la tensión que flotaba en el aire, y antes de que P. pudiera reaccionar, dos detonaciones rasgaron el silencio.
Con el corazón en un puño, salió corriendo hacia el patio. Lo que encontró la dejó paralizada: su hijo Javier yacía en el suelo, junto a Verónica, ambos con heridas de arma de fuego en la cabeza. El tiempo pareció detenerse mientras ella, sin poder creer lo que veía, intentaba comprender lo incomprensible.
Verónica, subteniente, y Javier, sargento, ambos efectivos del Comando Patrulla de Florencio Varela, habían dedicado sus vidas a proteger a otros. Pero esa mañana, en un giro trágico del destino, sus vidas terminaron en la casa que compartían.
El Servicio de Atención Médica de Emergencias (SAME) llegó rápidamente al lugar. La Dra. Tarifa, a cargo del equipo, solo pudo confirmar lo inevitable: ambos estaban sin vida. La tragedia sacudió a la comunidad policial y dejó un vacío irremplazable en la familia López.
El Jefe de Turno, Comisario Fleitas, se hizo presente en el lugar junto con el equipo de la Seccional FV1. Las miradas se cruzaban sin palabras, sabiendo que la investigación revelará los detalles de lo que ocurrió esa fatídica mañana.