En un episodio que sacudió los cimientos de la comunidad del barrio San Francisco, en Florencio Varela, una abuela se encuentra batallando por su vida tras ser víctima de un feroz ataque perpetrado por cinco perros pitbull. El hecho no solo dejó una estela de horror y preocupación entre los vecinos, sino que también destapó sospechas sobre la existencia de un criadero clandestino de perros potencialmente peligrosos en pleno corazón de la barriada. ¿Quién los controla?
El feroz ataque, generó conmoción y solidaridad hacia la familia de la víctima, puso en el tapete la discusión sobre la regulación y control de los denominados perros potencialmente peligrosos. En este sentido, se evidenció un vacío alarmante en la aplicación de una ordenanza sancionada el año pasado por el concejo deliberante y promulgada por el intendente Andrés Watson, cuya reglamentación aún no vio la luz.
Quién controla a los perros peligrosos como los pitbull
La normativa en cuestión establece medidas específicas para el alojamiento y la circulación de este tipo de animales en espacios públicos, incluyendo la obligatoriedad de señalizar las propiedades donde residen, el uso de correas cortas no extensibles, collares de ahorque y bozales en la vía pública. A su vez, dicta parámetros estrictos sobre las condiciones físicas que deben tener las instalaciones donde estos animales son albergados, buscando garantizar la seguridad tanto de los mismos perros como de la comunidad.
Sin embargo, el ataque sufrido por la abuela en las calles de San Francisco evidencia una peligrosa laguna en la efectividad de las políticas de control de animales potencialmente peligrosos y plantea interrogantes sobre la existencia de criaderos clandestinos que operan al margen de la ley, poniendo en riesgo la seguridad de los ciudadanos.
Los familiares y vecinos de la víctima exigen respuestas y acciones concretas por parte de las autoridades municipales, no solo para esclarecer los hechos que llevaron al trágico suceso, sino también para implementar de manera urgente y efectiva la ordenanza existente, con el fin de prevenir futuros ataques y asegurar la convivencia armónica entre las personas y los animales en Florencio Varela.
Mientras tanto, la comunidad del barrio San Francisco permanece en vilo, a la espera de que se arroje luz sobre el oscuro misterio del criadero clandestino y se tomen las medidas necesarias para garantizar que un episodio de esta naturaleza no vuelva a ocurrir. La seguridad y el bienestar de los vecinos, así como de los propios animales, dependen de la pronta acción y compromiso de todos los actores involucrados.