Ayer fue la ceremonia religiosa del regreso. Hoy empieza a atender. Poco más de un año y medio después de que mudara sus actividades a Villa Guillermina, Santa Fe, el Hermano Pascual volvió a atender en Florencio Varela y el lugar elegido explotó de seguidores.
El misterioso sanador varelense no regresó a su reconocido “Campito”, aquel lugar cerrado en el corazón del paraje La Colonia, plena zona rural de Florencio Varela, utilizado por varios años. Ahora, está más cerca. En el ingreso a lo que se conoce como El Alpino, a medio camino del otro lugar. Las razones se desconocen, aunque algunos apuntan a sus dramas conyugales la obligatoria mudanza de Pascual. Y a sus fieles seguidores no les importa.
Anoche el predio fue desbordado por los seguidores que acamparon toda la noche para atenderse desde hoy y hasta el viernes.
Los seguidores de Pascual Donato Morel, el Hermano Pascual, habían comenzado a postear en octubre del 2015 que el “sanador” de Varela dejaba de atender durante un tiempo por problemas personales, algo que después quedó confirmado a partir de una publicación formal. Un año después fue visto en el centro de Florencio Varela y eso alentó el regreso que el propio sanador desmintió. “Se informa y se confirma la noticia que nuestro querido Pascual, estará ausente por largo tiempo”, dijo.
El 2015 no fue el mejor año de Pascual. A los problemas familiares que lo llevaron a mudarse a Villa Guillermina, se sumó la muerte de su hermana Santa Morel ocurrida por la misma época. Santa falleció a la edad de 71 años en Villa Ocampo, una localidad cercana a Guillermina. Sus restos fueron velados en la casa mortuoria local, sito en calle Belgrano 1269, y sepultada en la necrópolis de esa ciudad santafecina. El dato fue confirmado por una vecina de la zona quien señaló además que “Pascualito’ como se lo conoce allí permanece en Santa Fe con su hijo y junto al resto de la familia Morel. Después fue la inundación que dejó al Sanador en medio del agua.
Está rodeado de un aura de misterio y enigma celestial. Es cuestión de creer o no. Su fama de sanador rompe con las fronteras terrenales y se ha convertido en un personaje de profunda devoción popular que trasciende a la Argentina. Es el enigmático Hermano Pascual, de quien se van a dar detalles hasta ahora nunca revelados.
EL MISTERIOSO
Se llama Pascual Donato Morel. Nació el 17 de mayo de 1965 en Villa Guillermina, provincia de Santa Fe, la cuna de la Forestal, la empresa inglesa que se llevó todo el tanino de los quebrachales en el Siglo XIX. Profundamente Católico, Pascual supo cursar sus estudios teológicos en la escuela del Perpetuo Socorro, sobre la avenida Calchaquí en Quilmes. Los martes y viernes a la noche aparecía en las aulas ataviado con su poncho bordó, una compañía infaltable en su apariencia, igual que su larga barba blanquecina. Allí se ordenó de Ministro de la Eucaristía y después de Diácono Permanente, un estadío previo al sacerdocio, pero sin la obligación del celibato.
VA Y VUELVE
“No te olvides que el camino es pa’l que viene y pa’l que va”, cantó Alfredo Zitarrosa. El hermano Pascual lo sabe y lo conoce. Este es el segundo regreso de Villa Guillermina después de un lapso de tiempo prolongado y misterioso. El anterior ocurrió entre 1994 y 1995, cuando Pascual mudó toda su actividad a un “campito” en Villa Guillermina, provincia de Santa Fé.
En aquel extraño paraje rural el hermano fue bautizado como “Pascualito”. Y generó un boom que todavía resuena en la memoria de los habitantes. Hasta allá llegaban ómnibus de todo el país. En algún momento Pascualito decidió pedir una donación de dos o tres ladrillos para los que se iban a atender. Todavía el conductor del colectivo recuerda con gracia cómo la bodega del vehículo circulaba lleno de ladrillos. “Más de una vez nos encajamos en el barro por el peso”, dijo.
En esta segunda oportunidad ocurrió lo mismo, aunque el furor se extinguió un poco más rápido, aquejado por las inundaciones y la situación penosa en el campo.
Su actividad comercial es un misterio, sin embargo en la AFIP, Pascual Morel fija la dirección en aquel paraje santafecino desde 1998. Es monotributista en la categoría E, venta de cosas muebles. Aunque poco se sabe de aquel lugar, algunos presuponen que es la tierra en donde nació.
Después de aquel paso por Santa Fe, el Hermano Pascual volvió a Florencio Varela. La enorme cantidad de seguidores hizo que sea prácticamente imposible seguir con sus actividades en la calle Quinquela Martín, frente a las vías del tren, y optó por mudarse al “campito” en la calle 1620 y 1673 del Paraje La Capilla, también de Florencio Varela.
En este segundo regreso Pascual está más cerca. Un lugar cerrado con un enorme galpón pintado de azul sobre la calle 1352 a la altura del 1115 en el ingreso al barrio El Alpino y a pocas cuadras de la Ruta 53. Allí. , incluso, un colectivo local te deja en la puerta.