¿Una guerra entre empresas privadas pone en jaque la seguridad del Club de Campo más exclusivo del sur del conurbano?

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El extraño suceso ocurrido en el comienzo de la semana puede ser la punta del hilo que lleve a uno de los mayores secretos del fastuoso Club de Campo Abril en Berazategui: una verdadera guerra de empresas de seguridad privada desatada por el botín millonario que el consorcio abona por mes.

Un vecino de uno de los barrios denunció ante la policía que vio a dos ladrones que intentaban entrar a robar a una propiedad, lo que desató una batahola y generó tanto pánico que las familias se atrincheraron en sus casas por más de 10 horas. La denuncia fue radicada por uno de los habitantes del condominio situado en Retoño 45, dentro de ese club de campo, quien llamó al 911 para advertir que había visto a dos hombres merodeando una propiedad de ese predio, situado a la altura del kilómetro 33,50 de la Autopista Buenos Aires La Plata.

A raíz de un grito del vecino, los sospechosos escaparon sin robar, mientras que instantes después llegaron al lugar los vigiladores privados del predio, policías del Comando de Patrullas de Berazategui y efectivos de Gendarmería Nacional, que realizaron un rastrillaje en la zona, aunque no encontraron a nadie.

¿LA GUERRA OCULTA?
En esta trama que generó pánico entre los habitantes del barrio más exclusivo de la zona sur podría existir, según los expertos en la materia, una “pelea intestina” entre empresas de seguridad para quedarse con el control del negocio millonario de la custodia del lugar. Así lo sostienen expertos del tema y voceros policiales, quienes manifiestan que en esa “guerra” vale todo. De un lado y del otro, se enfrentan verdaderos ejércitos de vigiladores puestos al servicio del “cuidado” o con “conexión directa” con la ola de robos. Y el tema mete miedo. Los ilustres moradores prefieren el silencio o mirar para otro lado ante las evidencias que se ponen a la vista.

La cifra que mueve la seguridad en el coqueto barrio privado se transforma en más que tentadora para las empresas privadas. Cada mes, el consorcio barrial hace efectivo el pago de una factura que ascendería a más de un millón y medio de pesos. Paradójicamente ese dinero que se paga para seguridad, se transforma en el trasfondo de la inseguridad que azota a la zona.

Un investigador policial explica con sus palabras el fenómeno. La pelea por el negocio de la custodia explica, en parte, la ola de robos. Las empresas se desviven por sumar clientes y sobrevuelan como buitres country por country. Muchas reaccionan mal cuando les rescinden el contrato.

En Abril todavía recuerdan cuando la empresa Codecoop venía castigada por la ola de asaltos. Hace unos diez años, puso toda la carne en el asador para quedarse con el negocio. “Teníamos hasta helicópteros cuidándonos, era un verdadero ejército” dijo una vecina. Pero, Codecoop perdió la pulseada con Watchman. Después vino Securitis. Y después retomó Codecoop. Así se van sucediendo las empresas al ritmo de lo que pase adentro.

EL CLUB POR DENTRO
Desarrollado por IRSA en 1997, Abril se emplaza sobre las tierras que alguna vez pertenecieron a la estancia homónima de los Pereyra Iraola. Está subdividido en 20 barrios en más de 300 hectáreas, más el casco histórico de aquella emblemática estancia.

Con un riguroso control de ingreso, patrullas de seguridad que recorren el predio y más de 150 cámaras conectadas a un centro de monitoreo, los habitantes viven, al menos, con sensación de seguridad. No siempre es así.

Con grupos poblacionales bastante heterogéneos, los vecinos están compuestos por quienes compraron un terreno en los años noventa y son los llamados VIP. Están también los “nuevos ricos”. Por otra parte una gran parte de políticos y gremialistas que se esconden en el anonimato que dan los lotes grandes y los 20 barrios que componen el Club. Allí, Mónica López, esposa del gremialista de los Petroleros, se fotografió con su colección de zapatos.

A todos, los nuevos y los viejos, los aúna una misma situación: el deseo de seguridad. “Si pedís 50 pesos para arreglar la cancha de fútbol no te dan bola, ahora si les pedís dos lucas para reforzar la seguridad te dan tres. Es lo único que les interesa”, explican desde dentro de Abril.

Hasta hace poco tiempo, el vecino que tenía a su cargo la seguridad de Abril de la comisión administrativa era un experto en la materia. Francisco “Paco” Larcher, el ex número 8 de la SIDE también vive en Abril, en el barrio Los Búhos, lindante al Club House. “Cuando él estaba en seguridad fue cuando más robos hubo”, sostiene entre risas una vecina.

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