Por qué el país con los trenes bala más rápidos del mundo aún mantiene formaciones que avanzan a solo 60 kilómetros por hora. Quiénes utilizan servicios ferroviarios que realizan 66 paradas en su trayecto.
Por Fernando Capotondo
«No es lento, pero está dispuesto a esperar” es una sentencia que podría interpretarse como un principio filosófico de Confucio o Lao Tse, pero en este caso solo expresa la romántica descripción de uno de los millones de usuarios de los llamados trenes lentos de China. Se trata de un servicio ferroviario casi desconocido en Occidente, que – valga la paradoja – tiene la particularidad de utilizar tiempos realmente anacrónicos en la tierra de los trenes bala más rápidos del planeta.
Conocidos en China como los “trenes verdes”, estas formaciones suelen avanzar a una velocidad promedio de 60 kilómetros por hora, tienen tarifas populares que arrancan en los tres yuanes (unos 40 centavos de dólar) y realizan paradas en todas las estaciones y pequeños poblados que encuentran a su paso.
En la actualidad funcionan aproximadamente 70 pares de trenes lentos que son subsidiados al 100% por el Estado, producto de la función social que cumplen para combatir la pobreza en las zonas rurales y de montaña más inhóspitas del país, donde otros medios de transporte público prácticamente no llegan.
Sin este servicio – tan lento como necesario – los pequeños agricultores no podrían comercializar su producción, los niños carecerían de medios para trasladarse a la escuela y los enfermos no tendrían forma de asistir a los hospitales cercanos a realizar sus consultas médicas.
En China suelen destacar 6 objetivos fundamentales a la hora de explicar la sobrevivencia de estas formaciones ferroviarias en pleno siglo XXI: brindan una alternativa de transporte económica, conectan pueblitos perdidos con otros centros urbanos, sirven de apoyo a pequeños agricultores, fomentan la movilidad social, representan un puente hacia la educación y procuran el desarrollo inclusivo.
En otras palabras, permiten que millones de personas puedan acceder a recursos y oportunidades, que de otro modo serían inalcanzables debido a su ubicación geográfica o condición económica.
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DESTINOS Y HORARIOS
Para advertir la verdadera dimensión del servicio que ofrecen estos trenes quizás sirva conocer algunos ejemplos de los remotos lugares que atraviesan, el tiempo que tardan en cumplir los recorridos y la impresionante cantidad de paradas que realizan durante los diferentes trayectos.
- El tren lento 5648, conocido como Hetian Yulong, atraviesa las montañas Tiansan y circula por el borde del desierto de Taklimakan, el segundo más grande del mundo, con un total de 66 paradas a lo largo de un trayecto que se extiende 1.960 kilómetros.
- La formación 6856 suele tardar más de 8 horas en recorrer 491 kilómetros por las praderas de Mongolia Interior, conectando las ciudades de Erenhot y Hohhot con 28 rigurosas escalas en el camino.
- El tren K8525 se detiene en cinco oportunidades a lo largo de los escasos 140 kilómetros del trayecto Hefei-Wuhu, en la provincia de Anhui, con un tiempo estimado de casi cuatro horas frente a los 37 minutos que tarda una formación de alta velocidad.
- La línea Jiao-Liu va desde la estación de Huaihua, en Hunan, hasta la de Lixian. En ese recorrido de más de 300 kilómetros, el tren lento 7265 cumple su servicio en 9 horas 16 minutos, con detenciones en un total de 37 estaciones intermedias.
VAGONES DE USOS MúLTIPLES
Una de las particularidades de estos trenes lentos es la transformación de sus vagones en virtuales ferias ambulantes, donde los comerciantes y pequeños productores agrícolas pueden ofrecer sus frutas y verduras a precios que, según defienden, son significativamente inferiores a los exhibidos en los mercados tradicionales.
Ke Guijin, de 61 años y oriundo del poblado de Longqiao, es uno de esos comerciantes. Con dos grandes bolsas con huevos, pollos y vegetales frescos, colgados en un palo de bambú sobre sus hombres, suele recorrer los vagones del tren verde K8525 (que cubre el trayecto Hefei-Wuhu) para intentar vender la totalidad de su producción a los pasajeros. Sabe que en los trenes lentos sobra el tiempo para hacer lo que más le gusta: regatear con sus eventuales clientes. Y también sabe que si el día es malo a bordo del tren, tendrá su revancha en alguna de las 5 estaciones en las que se detendrá la formación ferroviaria.
“El tren verde que pasa por la mañana es más animado porque los agricultores suben con sus productos de temporada para venderlos en las ciudades cercanas. Los vagones están llenos de cestas de vegetales, es como un bazar móvil y muchas veces todas las frutas y verduras se venden arriba del tren”, explica Ding Huang, un profesor asiduo del servicio ferroviario, citado por la agencia Xinhua.
Las responsables de la Administración Nacional de Ferrocarriles de China (ANDCh) dispusieron que sea totalmente gratuito este traslado y venta de productos, al tiempo que ordenaron la adaptación de vagones especiales para que sean utilizados como virtuales depósitos de las mercaderías.
Desde la ANDCh también autorizaron la transformación de vagones de equipaje para el transporte de animales de granja vivos, entre ellos cerdos y corderos, tal como ocurre en los trenes 5633/5634, que circulan a diario entre las montañas de Daliangshan.
LOS NIñOS PRIMERO
Más allá de la disposición de los vagones para ayudar a los pequeños comerciantes y productores rurales, los niños son los verdaderos “mimados” de todo el sistema ferroviario. Disponen de vagones especialmente acondicionados, con tutores que los cuidan para que puedan realizar sus tareas escolares, repasar lecciones y socializar con otros estudiantes durante el trayecto.
Para muchos de los menores que viven en zonas rurales y de montaña, de difícil acceso, los trenes lentos son la única opción que tienen para trasladarse a las escuelas de una manera segura y económica. Los boletos son muy baratos e, incluso, gratuitos para algunos de ellos, lo que reduce drásticamente la carga económica para las familias.
“Jamás olvidaré mi infancia en los trenes verdes, fue una experiencia que me marcó para siempre y me ayudó a convertirme en lo que soy hoy”, recuerda L.Y., un profesional que trabaja en una empresa financiera de Shanghai, en uno de los tantos comentarios de este tipo que pueden recogerse en la red social Weibo (similar a Twitter/X).
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Durante 2024, el servicio ferroviario de China registró más de 4.300 millones de viajes, de los cuales los trenes lentos solo sumaron unas decenas de millones en más de 20 provincias, regiones autónomas y municipios. Podrá parecer poco, pero es una enormidad para quienes dependen de ellos para poder subsistir.
Las viejas formaciones quizás también parezcan poco frente a los nuevos prototipos chinos de tren bala CR450, que alcanzan una velocidad de 450 kilómetros por hora, pero la realidad es que los vagones verdes son el orgullo de quienes carecen de otro medio de transporte.
Como ya se dijo, los trenes lentos de China desempeñan un rol clave en la lucha contra la pobreza en las regiones menos accesibles, llevando a los niños a las escuelas, conectando a millones de personas con otras poblaciones y trasladando a los lugareños para que vendan sus productos.
Como no se dijo, pero se intuye, los trenes lentos forman parte de la memoria colectiva de varias generaciones. Representan los valores de una China profunda que, quizás, valga la pena conocer.