Quilmes se vio sacudida por un operativo policial que parece sacado de una película de terror. La Policía local, en una acción conjunta con el municipio, frustró lo que podría haber sido una masacre animal a manos de un misterioso culto religioso.
El rescate, digno de las mejores series policiales, tuvo como protagonistas a inocentes cabras y chanchos que estaban a un paso de convertirse en víctimas de un macabro ritual. Gracias a la valentía de un informante anónimo y a la efectividad de la app «Mi Alerta Quilmes», las autoridades pudieron actuar justo a tiempo.
«Fue como una carrera contra el reloj», nos confiesa un oficial que participó en el operativo y prefiere mantener el anonimato. «Cuando llegamos, los animales estaban aterrorizados. Podías ver el miedo en sus ojos».
La Secretaría de Seguridad de Quilmes, en colaboración con la Subsecretaría de Zoonosis, no perdió tiempo. Apenas recibida la denuncia, se puso en marcha un operativo que incluyó un allanamiento de urgencia ordenado por la Fiscalía.
Los animales rescatados, aún conmocionados por la experiencia, fueron trasladados a un centro veterinario para su evaluación. «Están asustados, pero a salvo», nos informa un veterinario del centro. «Ahora comienza el proceso de recuperación y, esperamos, de adopción».
Este incidente pone de manifiesto una realidad escalofriante que muchos prefieren ignorar: la persistencia de prácticas rituales que involucran el sacrificio de animales. Aunque parezca algo salido de un libro de historia, estas prácticas siguen vigentes en pleno siglo XXI, incluso en zonas tan urbanizadas como el conurbano bonaerense.
La lucha contra el maltrato animal en Quilmes y alrededores ha sido larga y ardua. Desde la década de 1970, cuando las sectas comenzaron a proliferar en la zona, las organizaciones proteccionistas libraron una batalla incansable. Sus esfuerzos, sumados a una creciente conciencia social, dio frutos en forma de leyes más estrictas y una mayor vigilancia.
Sin embargo, como demuestra este incidente, la amenaza sigue latente. «Cada denuncia cuenta», nos recuerda un activista local. «Hoy salvamos a estos animales, pero mañana podrían ser otros si bajamos la guardia».