El reclamo de justicia de Adriana Calvo y Cristina Gioglio, sobrevivientes de la última dictadura militar ya fallecidas, cobró vida ayer ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que transmitió registros audiovisuales de sus testimonios brindados años atrás, en los que relataron las torturas sufridas en centros clandestinos de detención, en el marco del juicio a Miguel Etchecolatz y a otros 17 represores de la última dictadura militar.
Calvo y Gioglio fueron secuestradas y estuvieron cautivas en varios centros clandestinos de detención, entre ellos el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes, que junto al conocido como El Infierno, que funcionó en la Brigada de Lanús, constituyen los lugares donde se cometieron los delitos de lesa humanidad que son juzgados ahora por videoconferencia por el TOF 1 de La Plata, desde el 27 de octubre último.
El tribunal, integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico, resolvió proyectar e incorporar los testimonios brindados por ambas sobrevivientes en otros juicios, en una audiencia en la que estuvieron presentes los 18 imputados, entre ellos Etchecolatz, el médico policial Jorge Bergés, el exministro de Gobierno bonaerense Jaime Smart y el jefe del Pozo de Banfield, Juan Miguel Wolk.
Salvo Etchecolatz y el imputado Jorge Di Pasquale, que cumplen prisión en el penal de Campo de Mayo, los restantes imputados gozan de arresto domiciliario y siguen el juicio desde los livings o dormitorios de sus viviendas, según se observa a través de la pantalla de la videoconferencia.
El primer testimonio en ser proyectado fue el que brindó Calvo en el juicio que se siguió a Etchecolatz en el 2006, en La Plata. Calvo, docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata, estuvo tres meses detenida ilegalmente, dio a luz en cautiverio a su hija Teresa Laborde y tras ser liberada fue presidenta y cofundadora de la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), desde donde realizó una investigación sobre los centros clandestinos a partir de los datos aportados por las víctimas sobrevivientes.
Al brindar testimonio en el 2006, la mujer comenzó su exposición proyectando varias filminas con el organigrama del Circuito Camps de centros clandestinos y detalló el perfil y la cantidad de personas secuestradas, desaparecidas y dadas a luz en dichos centros.
«Esto tiene como uno de sus objetivos exigir justicia para nosotros y para los compañeros desaparecidos, hemos dedicado la totalidad de estos años a tratar de reconstruir lo que fueron los campos de concentración en Argentina», dijo Calvo al empezar su declaración ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, presidido en esa oportunidad por Carlos Rozanski.
Calvo expuso sobre «los 8 campos de concentración donde estuvieron prisioneras unas 1486 personas, de las que 25 son jóvenes nacidos en cautiverio, dos de ellos liberados inmediatamente, uno de ellos mi hija (Teresa), otros 9 recuperaron su identidad, de 5 no conocimos el destino y otros 9 siguen desaparecidos».
La mujer relató su secuestro el 4 de febrero de 1977, en su casa de Tolosa; contó cómo una vecina logró arrebatar a su hijito de un año y medio de «la patota» que la llevaba capturada con seis meses de embarazo y cómo fue trasladada a la Brigada de Investigaciones de La Plata, luego al Destacamento de Arana y a la comisaría 5ta de La Plata.
Durante su cautiverio en dicha comisaría comenzó su labor de parto y los efectivos la cargaron en un patrullero para trasladarla al Pozo de Banfield, donde funcionaba una «maternidad clandestina», pero la beba nació en el trayecto, estando su madre con los ojos vendados y las manos atadas.
Al llegar al Pozo de Banfield, relató que la recibió el médico policial Bergés, quien cortó el cordón umbilical de su hija y de manera violenta le sacó la placenta, tras lo cual le hizo limpiar el piso y su vestido ensangrentado antes de poder tomar en brazos a su beba.
La mujer y su hija Teresa estuvieron en el Pozo de Banfield trece días y, en su relato, Adriana detalló las agresiones y los padecimientos a los que fue sometida y el apoyo que recibió de sus compañeras de cautiverio, quienes impidieron que le quitaran a su beba.
«Hoy Teresa tiene 29 años y está por hacerme abuela», dijo emocionada en el video y agregó con voz temblorosa: «Quiero expresar mi agradecimiento y homenaje a esas compañeras y mi absoluto compromiso de seguir luchando hasta que todos los genocidas vayan a parar a la cárcel».
Consideró que muchos de los secuestrados fueron liberados para que contaran que «había campos de concentración donde la gente podía estar viva mucho tiempo» y agregó: «Lo que no previeron es que además de contar íbamos a pedir justicia».
A continuación se proyectó el testimonio que Gioglio brindó durante el juicio al Circuito Camps y su padecimiento desde su secuestro el 6 de diciembre de 1977 en su casa de la localidad de Ranelagh y en el recorrido por varios centros clandestinos hasta terminar como presa política en el penal de Devoto.
«Mi secuestro se dio en el marco del ‘Operativo Escoba’, destinado a mutilar al Partido Comunista Marxista Leninista con el que tenía vinculación», sostuvo la mujer, que al momento de ser secuestrada era docente de la Escuela 501 de Berazategui y educadora alfabetizadora a domicilio.
Gioglio recordó que en el Pozo de Quilmes «permanentemente entraban autos con detenidos» y detalló que eran sometidos a interrogatorios bajo tortura.