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La pesadilla de quedarse en las vías en Claypole

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El calor y el cansancio aprietan. Otra vez el tren Roca quedó varado en Claypole y los pasajeros deambulan por todos lados. Algunos apuntan a los micros, pero no alcanzan. Otros optan por el gasto extra y se toman el llamado “trucho” o un remis también clandestino que con total libertad ofrece el servicio. Tampoco alcanzan. La bronca va subiendo y se apodera del grupo, quienes se envalentonan mutuamente. Están hartos.

“Ahora nos dicen que cortaron en la calle Los Pinos, en Dante Ardigó”, dice uno que habló con un trabajador ferroviario. Fue antes de que desaparecieran de la estación. No es para menos: a comienzo de año uno de ellos fue brutalmente golpeado por pasajeros que también habían quedado varados. No tenía respuestas para los ofuscados viajeros porque él volvía también de trabajar. No estaba de servicio pero no pudo terminar de explicarlo. Acabó internado en un hospital y casi pierde un ojo por los golpes. Por eso, los empleados huyen cuando los altoparlantes anuncian una nueva cancelación del servicio que deja en las vías a vecinos de Ardigó, Varela, Zeballos, Bosques, Gutiérrez, Santa Sofía y Gutiérrez.

En las últimas horas, tal como informó Infosur, un trabajador que volvía a su casa murió, luego de unos días de agonía, producto de una descarga eléctrica durante una protesta. El tren estaba suspendido y el joven habría intentado subir al techo de la locomotora recibiendo una descarga eléctrica de 25 mil voltios que obligó llevarlo de urgencia al Hospital Arturo Oñativia de Rafael Calzada. Ese día, los pasajeros incendiaron la boletería e hicieron su descargo contra efectivos policiales que estaban en el lugar.

Juan carga y descarga bolsas de cemento en la Ciudad de Buenos Aires. Hace media hora que llegó a Claypole y no alcanza aún a tomar un colectivo. Prefiere no calcular, pero si lo hiciera sabría que cada mes pierde casi un día de descanso por estos cortes de vías. Y sería peor.

«Te agota cada vez más. No te das cuenta, pero te va chupando la energía. Lo tenés que hacer, así que no podés pararte a pensar en lo terrible que es porque no salís de tu casa», describió Pamela Rosica de Zeballos.

Los reiterados cortes de vías en el tramo Claypole – Gutiérrez llevan a los pasajeros a sospechar de cuestiones más oscuras que las manifestaciones genuinas de vecinos por cortes de luz u otra problemática barrial. Según denunciaron varios usuarios, la mayoría de los piquetes no obedecen a los reclamos habituales -falta de luz, inseguridad- sino que están motivados por una cuestión económica: en coincidencia con la paralización del servicio ferroviario aparecen colectivos particulares que cobran 50 pesos por un recorrido de aproximadamente 60 cuadras.

Esta situación ocurre, por lo general, cuando los trabajadores regresan a sus hogares, a partir de las 18 o las 19, ya que es habitual que cuando el tren llega a Claypole se interrumpe el servicio por un corte en las vías.

Si bien el ferrocarril ofrece un servicio de micros para reemplazar a los trenes, este resulta insuficiente para el gigantesco caudal de gente que desciende de las formaciones que llegan a Claypole, de modo que se forman hasta cuatro cuadras de cola para poder subir a las unidades. Es entonces cuando aparecen los colectivos truchos, que cobran 50 pesos para viajar a Varela. Las usuarios sospechan que son responsables los mismos dueños de los colectivos, que incitan esos cortes para asegurarse gran cantidad de pasajeros.

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