Home Deportes Forjado en los potreros del Conurbano, un particular personaje del fútbol...

Forjado en los potreros del Conurbano, un particular personaje del fútbol argentino transmite sus enseñanzas en Japón

0
zzzz nacd2 NOTICIAS ARGENTINAS, Setiembre 18: fotos que acompañan a la nota Fútbol-Argentina-Japón, Yasushi Kawakami intenta transmitir las enseñanzas del potrero a chicos japoneses. Foto NA zzzz

Por Pablo Tallón, agencia Noticias Argentinas (NA)
.
Transmitirle a niños japoneses lo que años de potreros le enseñaron a él es la meta que moviliza a un particular personaje del fútbol, que a fuerza de ADN nipón y cultura criolla recorta los 18 mil kilómetros que separan a la Argentina del país del sol naciente.

Yasushi Kawakami es, a simple vista y lectura, japonés, aunque las vueltas de la vida y una charla gambeteen al preconcepto que cualquiera se haría con sólo escuchar su nombre.

Nacido en la Okinawa de 1963, llegó a la Argentina con tan sólo cinco años y forjó su destino (y cultura) con la pelota y el ardid de los potreros de José C. Paz, José León Suárez, Flores, Lomas de Zamora y Temperley como marco.

Su debut en el Banfield que dirigía Héctor «Bambino» Veira a comienzos de la década del 80 -allí convirtió su único gol en la Argentina, frente a All Boys- lo anotó en la Historia del fútbol argentino: fue el primer japonés en jugar oficialmente en el país, aunque la memoria y el marketing sean traicioneros y hagan que la mayor parte del público futbolero piense en aquel nipón que jugó en Boca a comienzos del 2000, Naohiro Takahara.

Un préstamo en San Lorenzo de Mar del Plata y su posterior carrera en su tierra natal, en donde jugó en cinco equipos hasta 1993, son parte del currículum de Yasushi, quien luego incursionó en el fútbol femenino: entre 1999 y 2012 integró el cuerpo técnico de la Selección Argentina e incluso fue el entrenador principal en algunos torneos juveniles -jugadoras del reciente Mundial de Francia fueron dirigidas por él-.

Sin embargo, hoy parece haber vuelto a sus comienzos de una manera particular: intenta enseñar «fútbol argentino» -el de la espontaneidad, la chispa y el engaño- a niños japoneses de entre 6 y 13 años.
«La picardía es lo que más cuesta, de enseñar y de aprender.

Los chicos la incorporan cuando les cambiás las reglas», cuenta Kawakami en diálogo con NA.
Cambiar las reglas en un país tan estructurado como Japón sólo podía salir de la cabeza de un argentino: «Cuando la pelota se va al lateral, es del primero que la agarra. Si no piden la falta, no se las cobro», explica el okinawense forjado en el Conurbano sobre sus métodos de enseñanza en un país densamente poblado (Japón tiene un promedio de 336 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que en la Argentina ese número baja a 14) y en el que no abundan los espacios para montar canchas.

Pero no sólo es esa picardía lo que intenta transmitir, sino también la pasión por el fútbol: «Cuando hacen un gol, si no lo gritan, no vale. Me pasaba al principio que hacían los goles y no pasaba nada. Ni gritos, ni festejos».

«Parecen cosas chicas, pero son efectivas», afirma.

Abocado a ser «sensei» en cinco escuelitas de «fútbol argentino» en la Prefectura de Tochigi, 100 kilómetros al norte de Tokio, el «Ponja», como indefectiblemente lo apodan sus amigos, busca la forma de exprimir su pensamiento lateral para que sus enseñanzas sean atractivas para los pequeños nipones que sueñan con jugar en la JLeague -la liga japonesa- o, principalmente, en el exterior.

Lejos de ser el único punto de contacto entre ambos países, las escuelas de fútbol en las que da clases Kawakami son propiedad de Inawaka Takeshi, un ex jugador del Ascenso japonés, que supo tener un paso fugaz por la Argentina -llegó a jugar en las divisiones formativas de Chacarita y Riestra- y hasta escribió un libro llamado «El libro del espíritu del fútbol argentino para aprender con padres e hijos».

Pero la tarea de Yasushi no es sencilla a la hora de enfrentar la cultura familiar en Japón, que llevó al país a ser una potencia mundial: «El secreto de los sudamericanos es que nacen con una pelota abajo del brazo. En Japón, los padres les abren una cuenta en el banco para cuando tengan que ir a la universidad», compara.
Las diferencias entre ambas culturas también se marcan en las actividades extraescolares que tienen los chicos de la nación asiática.

zzzz nacd2 NOTICIAS ARGENTINAS, Setiembre 18: fotos que acompañan a la nota Fútbol-Argentina-Japón, Yasushi Kawakami intenta transmitir las enseñanzas del potrero a chicos japoneses. Foto NA zzzz

«Terminan la escuela a eso de las 15 y después tienen tres o cuatro cosas más: piano, idiomas… Hay pibes que tienen unas condiciones bárbaras, pero los padres les organizan la vida. Yo trato de hablar con ellos y explicarles que si el chico está muy interesado en el fútbol, que le complementen las actividades con otras cosas deportivas, como natación», señala a Noticias Argentinas el japonés curtido en el Conurbano bonaerense.

Rompiendo barreras -culturales y espaciales-, Kawakami confía en que más temprano que tarde su trabajo iniciado en 2016 en las escuelitas dará frutos y podrá ver a alguno de sus «pibes» de ojos rasgados pedir una falta o gritar un gol, como él le enseñó, en algún partido profesional.

Salir de la versión móvil