Un ciudadano ilustre de Berazategui, camino a ser beato

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El Vaticano confirmó la beatificación de Enrique Shaw, empresario cristiano que dejó una huella profunda en Berazategui por su compromiso social, su mirada humanista del trabajo y su vínculo con los obreros de Rigolleau.

El Vaticano confirmó oficialmente la beatificación del empresario argentino Enrique Shaw, ciudadano ilustre de Berazategui, luego de que el Papa autorizara el decreto que reconoce su vida ejemplar, junto a un grupo de mártires españoles. La noticia volvió a poner en primer plano la figura de un hombre singular: no fue sacerdote ni religioso, sino empresario, esposo, padre de nueve hijos y oficial de la Armada, que hizo de su vida cotidiana un testimonio de fe, compromiso social y coherencia poco frecuente.

Nacido en 1921 en el Ritz de París, Shaw eligió un camino contracultural para su tiempo. Entendió la empresa no como una simple herramienta de lucro, sino como una comunidad de personas. En un país atravesado por fuertes tensiones sociales y políticas, promovió relaciones laborales basadas en el diálogo, la justicia y el respeto, aun en contextos de alta conflictividad. Para él, el trabajo debía estar siempre al servicio de la dignidad humana.

Ese pensamiento se tradujo en decisiones concretas. Fue impulsor del salario familiar en la Argentina, una medida pionera que buscó contemplar no solo la tarea del trabajador, sino también la responsabilidad de sostener una familia. “El salario no puede ser un número abstracto”, sostenía Shaw, convencido de que debía garantizar una vida digna. Su compromiso público con la fe también tuvo costos: en 1955, tras la quema de iglesias y el enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia, fue detenido por su condición de católico militante.

Shaw fue fundador y primer presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), desde donde impulsó con fuerza la Doctrina Social de la Iglesia en el corazón del mundo económico argentino. Su mensaje era claro y disruptivo: fe y empresa no solo son compatibles, sino que deben integrarse. Cuando manifestó su deseo de dejar la actividad empresarial para trabajar directamente con los obreros, un sacerdote de la diócesis de Chicago —la misma de origen del actual Papa León— lo exhortó a permanecer. Su misión era transformar la empresa desde dentro. Años más tarde, el Pontífice lo definiría como “un hombre providencial para nuestros tiempos”.

Uno de los episodios más recordados de su vida ocurrió cuando, siendo muy joven, enfermó gravemente de cáncer y necesitó transfusiones urgentes. Los obreros de su empresa se ofrecieron espontáneamente a donar sangre para salvarle la vida. Conmovido, Shaw pronunció una frase que quedó grabada en la historia: “Ahora soy feliz, ya que por mis venas corre sangre obrera”. Murió en 1962, a los 41 años.

El camino hacia los altares avanzó en los últimos años. En abril de 2021, el papa Francisco lo declaró venerable. En enero de 2025, el milagro atribuido a su intercesión superó la instancia médica y recibió la aprobación de la Comisión Teológica. El 17 de junio, los teólogos del Dicasterio para las Causas de los Santos dieron su parecer unánime, que luego fue ratificado por obispos y cardenales, habilitando el decreto definitivo de beatificación.

Un legado con raíz en Berazategui

La figura de Enrique Shaw tiene un vínculo profundo con Berazategui. Durante 16 años se desempeñó como director de las Cristalerías Rigolleau, donde dejó una huella imborrable por su mirada humanista y su compromiso con la comunidad. En diciembre de 2021, el Concejo Deliberante local lo declaró Ciudadano Ilustre mediante la Ordenanza Municipal N° 6098, en una sesión extraordinaria que contó con la presencia del intendente Juan José Mussi.

En ese acto también se anunció la creación del Paseo del Vidrio, un corredor urbano que busca visibilizar la figura de Shaw y obras artísticas en vidrio identitarias de la ciudad. “Ojalá en nuestro país haya muchos más empresarios con vocación de servicio”, expresó entonces su nieta, Sara Critto. “Mi abuelo priorizó el bien común y procuró siempre la realización de los demás”.

Desde el Municipio destacaron que el objetivo del reconocimiento es consolidar la memoria histórica local y revalorizar a quienes aportaron al desarrollo humano y productivo de Berazategui. Año tras año, la ciudad mantiene vivo el legado de un empresario que entendió el poder económico como una herramienta de transformación social.

Con la confirmación de su beatificación, la figura de Enrique Shaw trasciende el ámbito religioso y vuelve a interpelar al presente. En tiempos de debate sobre el mundo del trabajo, el rol del empresariado y la justicia social, su vida aparece como una referencia incómoda y vigente: la de un hombre que eligió poner la dignidad humana en el centro.

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