El Tribunal en lo Criminal N° 3 de La Plata condenó a cadena perpetua a Marcela Astrid Mendoza por homicidio agravado por el vínculo luego de que ella se defendiera de su expareja Eduardo Gómez en 2015, quien tenía dos exposiciones por violencia de género y una perimetral.
El 9 de agosto de 2015 Marcela Astrid Mendoza se encontró con su ex pareja Eduardo Gómez en la vía pública, por temor de que fuera a su casa, en donde se encontraban sus hijos. Marcela se subió a un Volkswagen Gol blanco para hablar con Gómez, quien comenzó a increparla mientras manejaba camino a Magdalena. Luego de golpearla e intentar quemarla, Marcela logró tirarse del auto y él la persiguió mientras se prendía fuego.
“Ahí llega el primer testigo, que declara que cuando llega mi mamá estaba a 15 metros del auto, que había como un enrejado que lo estaba intentando saltar y cuando lo ve a él se le pone atrás y le dice por favor ayudame que me están intentando matar. En la declaración esto es omitido, esta parte no está. Esto lo declara él en el juicio. Sólo está escrito que Eduardo dijo ‘esta hija de puta me prendió fuego´” comenta Marylin, hija de Marcela.
Eduardo Gómez tenía dos exposiciones por violencia de género y una perimetral. En el fallo, los jueces Ernesto Domenech, Andrés Vitali y Santiago Paolini omitieron la violencia machista que sufría la mujer, quien se encuentra detenida en la Unidad 33 de Los Hornos.
El proceso judicial comenzó en Bavio, de donde es el agresor, y finalizó en La Plata. Los jueces tuvieron en cuenta solamente los testimonios de los familiares de Gómez, sin justificación al respecto. Los oficiales de la policía de aquel pueblo eran, en gran parte, conocidos y familiares del involucrado y procedieron en ese sentido: a él lo llevaron quemado al hospital, a ella la llevaron quemada a la comisaría. Eduardo Gómez fue trasladado al Hospital San Martín de La Plata, donde falleció tres días después producto de las quemaduras, y Marcela terminó detenida en la Unidad 33.
“El estado calla todo lo que es violencia de género. Mi mamá sufrió violencia de género desde que nació. Tuvo un padrastro golpeador, nuestro padre golpeador, y ahora la pareja golpeadora. Ella le hace exposiciones, las cuales desaparecieron, y denuncia perimetral, y el Estado nunca se hizo presente” agrega Florencia, otra de las hijas de Marcela. Tanto Marcela como sus hijas declaran un cambio de rumbo en el desenvolvimiento del juicio, donde los jueces hacían preguntas machistas y violentas, consideraban únicamente las declaraciones de testigos de Gómez y no respetaban los plazos estipulados por el juicio. “Hay una mano negra que hizo que los jueces cambien de parecer” agrega Marcela, ya que en las audiencias, a pesar de las preguntas machistas, incluso se reían de las incongruencias de los testimonios y eran favorables a la versión de la mujer. Pero en la sentencia esa postura cambió.
“Marcela es otra víctima de la justicia patriarcal, de jueces que no saben enfrentar casos de violencia de género y de una cadena de violencias en la vida de las mujeres que termina con esto: una mujer con condena perpetua por defenderse de su agresor que la intentó matar” agregan desde Atrapamuros, una organización popular en cárceles que viene acompañando a la familia de Marcela y atestiguando otros casos similares de mujeres privadas de la libertad en las cárceles de La Plata y CABA. “Para los jueces no alcanza con demostrar las múltiples violencias que se atraviesan en la vida por ser mujer, no alcanza con denuncias desoídas, con perímetrales incumplidas o con marcas en el cuerpo. Los jueces siguen reproduciendo la violencia machista pero, en este caso, están poniendo en juego la vida y la libertad de las mujeres”.