El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) atacaba hace 45 años el batallón de arsenales del Ejército Domingo Viejo Bueno, ubicado en la localidad bonaerense de Monte Chingolo, en el marco de un operativo que constituyó la acción de mayor envergadura emprendida por una organización guerrillera en la Argentina.
El intento de copamiento se llevó a cabo el 23 de diciembre de 1975, pero estuvo el plan estuvo infiltrado desde sus inicios por la inteligencia del Ejército y derivó en una derrota que marcó el principio del fin para la guerrilla encabezada por Mario Roberto Santucho, un contador oriundo de Santiago del Estero devenido en líder revolucionario en los años ’70.
A fines de 1975, el clima de movilización popular que se había iniciado en mayo de 1969 con el ‘Cordobazo’ llegaba a su fin, en medio de un panorama de progresiva crisis económica.
La situación social estaba deteriorada por los efectos del llamado “Rodrigazo”, un plan aplicado por el entonces ministro de Economía, Celestino Rodrigo, que afectó el poder adquisitivo de los trabajadores asalariados.
Mientras tanto, se sucedían los enfrentamientos entre las bandas parapoliciales de ultraderecha y las organizaciones armadas, en medio de una creciente represión que anunciaba la inminencia de un golpe de Estado.
La conducción del ERP -brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)-, evaluaba que la Argentina atravesaba un período de “reflujo de masas” que podía revertirse si se producía un hecho de gran significación política y militar.
Para “levantar la moral del pueblo”, Santucho decidió el copamiento del regimiento Domingo Viejo Bueno, en una operación que tendría además el propósito de capturar una gran cantidad de armamento para el ERP.
El ataque estaría a cargo del Batallón General San Martín, la unidad más numerosa de ERP, integrada por más de un centenar de combatientes, respaldados por grupos de contención distribuidos por distintos puntos del Conurbano, con el propósito de impedir la movilización de las fuerzas de seguridad y del Ejército.
Gracias a la información suministrada por Jesús Reiner, un antiguo ex militante del peronismo revolucionario infiltrado en el PRT, los militares conocieron de firma anticipada los planes de la guerrilla.
Reiner era un agente de inteligencia del Ejército y se dedicó a sabotear el armamento que los guerrilleros utilizarían en el ataque.
En el crepúsculo, un camión repleto de guerrilleros irrumpió en el cuartel y fueron sorprendidos por efectivos del Ejército que los esperaban en el interior de la unidad y que, en pocas horas, repelieron el ataque.
Superados en número, los guerrilleros se replegaron a una villa cercana al cuartel, donde fuerzas militares rastrearon casa por casa para hallarlos, mientras aviones de la Marina y la Fuerza Aérea ametrallaban las precarias viviendas.
El saldo final del combate fue de 70 integrantes del ERP caídos en el cuartel y en las zonas cercanas; 40 civiles muertos en la villa, y 10 militares y policías abatidos.
Días después, la conducción del PRT llevó a cabo una revisión de lo sucedido y concluyó que todo el armamento defectuoso durante el combate había estado a cargo de Reiner.
“El Oso”, tal como se lo apodaba, fue sometido a un juicio revolucionario; lo ejecutaron y su cuerpo sin vida apareció en un terreno baldío del barrio de Flores.
La derrota en Monte Chingolo constituyó un golpe letal para el ERP, que perdió a sus mejores hombres en esa batalla, y en los meses posteriores, las caídas se multiplicaron por decenas, y el golpe de Estado, en marzo de 1976, encontró a la organización guerrillera en retirada y con una capacidad operativa muy reducida.
En julio, Santucho y su segundo, Benito Arteaga, junto a otros integrantes de la conducción nacional, cayeron en un enfrentamiento que tuvo lugar en un departamento de la calle Venezuela, en la localidad bonaerense de Villa Martelli.
Tras la muerte de su líder, Luis Mattini asumiría la conducción del PRT-ERP, que finalmente se disolvería tres años después y con la mayoría de sus integrantes ya en el exilio.