Un operativo policial en Florencio Varela desbarató un punto de venta de drogas en Villa Hudson. Detuvieron a un hombre que tenía 42 dosis de clorhidrato de cocaína (merca) y 31 de sulfato de cocaína (paco), además de balanza digital, envoltorios y celular para coordinar las entregas. Las tareas de inteligencia previas permitieron identificar la vivienda como «boca de expendio». El acusado quedó a disposición de la Justicia en la Comisaría Cuarta.
FLORENCIO VARELA – La vivienda en Villa Hudson empezó a llamar la atención. Era una casa más en el entramado de calles del barrio. Pero para la Policía de Florencio Varela, esa casa era un objetivo. Semanas de trabajo de inteligencia, de seguimientos, de observación del movimiento de personas que entraban y salían a toda hora, permitieron identificarla como lo que era: una «boca de expendio» de drogas. Un kiosco de cocaína y paco que funcionaba a pleno vista de vecinos que sabían y se animaron a denunciar.
El martes pasado, con orden judicial en mano, las fuerzas de seguridad llegaron al domicilio. Rodearon la casa. Derribaron la puerta. Y cuando entraron, encontraron lo que esperaban: un hombre que intentó esconder las drogas, 73 dosis de cocaína lista para la venta, una balanza digital para fraccionar, recortes de envoltorios para armar las «bolsitas», y un celular que seguramente tiene registradas todas las transacciones del negocio.
Fue un allanamiento exitoso. De esos que quitan de la calle un punto de venta de drogas, aunque todos saben que en pocos días puede aparecer otro en la misma cuadra o en la de al lado. Porque el narcomenudeo en el conurbano bonaerense es como la hidra mitológica: cortás una cabeza y aparecen dos más.
Pero por ahora, en Villa Hudson, una «boca» menos está operando. Y un narco está detenido. Y 73 dosis de veneno no llegaron a los pibes del barrio.
Apoyá el periodismo local
Desde hace más de 20 años, Infosur informa con mirada local desde Florencio Varela, Quilmes y Berazategui. Tu aporte voluntario nos ayuda a seguir haciendo periodismo libre, independiente y desde el territorio.
Gracias por hacer posible que sigamos contando las historias de nuestro sur bonaerense.
El trabajo de inteligencia previo: meses de seguimiento
Lo que el público ve es el allanamiento. La patada en la puerta, las esposas, el detenido, las fotos de la droga secuestrada. Pero lo que no se ve es todo el trabajo previo. Los meses de inteligencia policial que permiten identificar una «boca», confirmar que está activa, juntar evidencia suficiente para que un juez firme la orden de allanamiento.
«Las tareas de indagación realizadas por las fuerzas de seguridad permitieron vincular una vivienda ubicada en Villa Hudson con la comercialización de estupefacientes», informó el parte policial. Esa frase burocrática esconde semanas de trabajo: observación del domicilio, seguimiento de personas que entraban y salían, consultas con vecinos, análisis de movimientos sospechosos.
Una «boca de expendio» tiene patrones reconocibles. Movimiento constante de gente a toda hora, especialmente de noche. Personas que entran, están dos minutos, y salen. Motos que llegan, tocan bocina, alguien sale, hacen un intercambio rápido, y se van. Códigos, señas, una dinámica que los policías entrenados saben identificar.
«Trabajamos durante bastante tiempo en este caso», confirmó una fuente policial a Infosur. «No fue un operativo improvisado. Teníamos información, hicimos seguimiento, confirmamos que había venta de drogas. Y cuando tuvimos todo, pedimos la orden de allanamiento».
El allanamiento: 73 dosis listas para la calle
Con la orden judicial firmada, el operativo se ejecutó el martes pasado. Los efectivos llegaron al domicilio en Villa Hudson, identificaron al ocupante —un hombre cuya identidad no trascendió porque todavía no fue indagado formalmente— y procedieron al registro.
Lo que encontraron confirma que no era un consumidor con un poco de droga para uso personal. Era un vendedor profesional. Tenía:
- 42 dosis de clorhidrato de cocaína (la «merca», la cocaína en su forma más pura, la que se esnifa)
- 31 dosis de sulfato de cocaína (el «paco», la pasta base, el veneno más letal que consume la población más vulnerable)
- Una balanza digital (para pesar y fraccionar la droga)
- Recortes de envoltorios (los «papelitos» donde se envuelven las dosis)
- Un teléfono celular (donde seguramente están los contactos de clientes y proveedores)
Setenta y tres dosis. Setenta y tres «tiros» que iban a venderse en las próximas horas o días. Setenta y tres veces que alguien iba a drogarse con esa mierda. Setenta y tres transacciones que iban a alimentar el sistema del narcotráfico.
«Al avanzar con la orden de registro, los oficiales detuvieron a un individuo en el domicilio», informó el comunicado oficial. El hombre fue esposado, notificado de sus derechos, y trasladado a la Comisaría Cuarta del distrito donde quedó a disposición de la Justicia.
Clorhidrato vs. Sulfato: dos venenos, dos mercados
No es lo mismo vender clorhidrato de cocaína que vender sulfato de cocaína. Son dos drogas distintas, con dos mercados distintos, con dos perfiles de consumidores distintos.
El clorhidrato de cocaína —la «merca», la «falopa», la «blanca»— es la cocaína refinada, en polvo, que se esnifa. Es más cara. La consumen personas de clase media, profesionales, gente que tiene plata. Se vende en «gramos» que pueden costar entre $20.000 y $40.000 según la calidad. Es la droga de los boliches, de las fiestas, de los ejecutivos que se meten una línea en el baño de la oficina.
El sulfato de cocaína —el «paco», la «pasta base», el «crack argentino»— es el desecho del proceso de refinamiento de la cocaína. Es lo que sobra. Lo mezclan con kerosene, con ácido sulfúrico, con cualquier cosa. Lo venden barato: una dosis puede costar $500 o $1.000. Lo consumen los más pobres, los pibes de las villas, los que ya no tienen nada que perder. Es la droga que más mata, la que más destruye, la que convierte a personas en zombies en meses.
Que en este allanamiento se hayan encontrado ambas drogas indica que era una «boca» que abastecía a distintos mercados. Vendía clorhidrato para los que tienen plata. Y vendía paco para los que no tienen nada. Un negocio diversificado. Un emprendimiento del mal que no discrimina: le vende veneno a ricos y a pobres por igual.
Villa Hudson: un barrio con historia de narcotráfico
Villa Hudson, en Florencio Varela, no es ajeno al problema del narcotráfico. Como tantos barrios del conurbano bonaerense, tiene «bocas» que venden, pibes que consumen, familias destruidas por las adicciones.
«Es un problema que está hace años», reconoce un vecino. «Todo el mundo sabe dónde se vende. Pero nadie dice nada. Porque si denunciás, te pueden buscar. Y la Policía viene, allana, detiene a uno, pero a la semana ya hay otro vendiendo en la misma casa o en la de al lado».
Es la lógica perversa del narcomenudeo en los barrios populares. Las «bocas» son parte del paisaje. Funcionan a plena luz del día. Todo el mundo sabe. Pero denunciar es peligroso. Y aunque la Policía desbarate una, rápidamente aparece otra.
«El problema no es la falta de operativos», analiza un trabajador social que labura en Villa Hudson. «El problema es estructural. Hay pibes que no tienen trabajo, no tienen educación, no tienen futuro. Y el narcotráfico les ofrece plata rápida. Entonces se meten a vender. Y cuando la Policía detiene a uno, hay diez esperando para ocupar su lugar».
La balanza y los envoltorios: las pruebas del delito
Más allá de las dosis de droga —que por sí solas ya constituyen el delito de tenencia con fines de comercialización—, el secuestro de la balanza digital y los recortes de envoltorios es clave para la causa judicial.
La balanza demuestra que el acusado fraccionaba la droga. Es decir, compraba cocaína en cantidad —probablemente en forma de «ladrillos» de 25 o 50 gramos— y después la pesaba y dividía en dosis más pequeñas para venderlas al menudeo. Es el trabajo típico del narco minorista.
Los recortes de envoltorios —generalmente papel film, papel aluminio, o bolsitas de nylon— son las «envolturas» en las que se empaquetan las dosis. Cada «tiro» de merca o de paco viene envuelto en uno de estos papelitos. Tener recortes en cantidad es otra prueba de que la persona no consume, sino que vende.
Y el celular es oro puro para la investigación. En ese teléfono están los contactos: quiénes le compraban, quiénes le proveían, cómo coordinaban las entregas, cuánto cobraba por cada dosis. Los peritos informáticos van a revisar ese celular con lupa. Y van a encontrar la red completa del narco detenido.
«El celular es fundamental», explica un fiscal especializado en narcotráfico. «Ahí está toda la operatoria. Los mensajes con los clientes, las transferencias de dinero, los contactos con los proveedores. A partir de ese celular, podemos armar toda la estructura de la red de venta».
De la Comisaría Cuarta a los tribunales
El sujeto quedó detenido en la Comisaría Cuarta de Florencio Varela, a disposición de la Justicia. En las próximas horas o días, será indagado por un fiscal. Se le imputará el delito de «tenencia de estupefacientes con fines de comercialización», que prevé penas de entre 4 y 15 años de prisión según la cantidad y el tipo de droga.
Si el fiscal considera que hay mérito suficiente, pedirá la prisión preventiva. El juez de Garantías evaluará y decidirá si el acusado sigue detenido durante el proceso o si queda en libertad con alguna medida cautelar (tobillera electrónica, prohibición de acercamiento a ciertos lugares, etc.).
En la mayoría de los casos de narcomenudeo, los acusados quedan detenidos. Porque se considera que si vuelven a la calle, van a seguir vendiendo. Y porque la Justicia quiere dar un mensaje: el narcotráfico no es un delito menor, aunque se trate de venta al menudeo.
«Esperamos que la Justicia lo mantenga detenido», dice el vecino de Villa Hudson consultado por Infosur. «Porque si lo sueltan, en dos días está de nuevo vendiendo. Acá todos sabemos cómo funciona. Los detienen, salen, y vuelven a lo mismo. Necesitamos que haya condenas de verdad, no chicanas judiciales».
El narcotráfico que no para
Este allanamiento en Villa Hudson es uno más en la batalla interminable contra el narcotráfico en el conurbano bonaerense. Cada semana hay operativos, detenciones, secuestros de droga. Y cada semana, nuevas «bocas» abren en otros barrios.
Es un problema que excede a la Policía. Es un problema social, económico, cultural. Mientras haya pibes sin oportunidades, sin educación, sin trabajo, el narcotráfico va a seguir reclutándolos. Mientras haya consumidores dispuestos a pagar por droga, va a haber vendedores dispuestos a venderla.
«Los operativos están bien», opina un referente comunitario de Florencio Varela. «Pero no alcanzan. Necesitamos políticas de prevención. Escuelas que contengan a los pibes. Espacios deportivos y culturales donde puedan estar en vez de en la esquina. Oportunidades laborales para que no tengan que vender droga para comer. Sin eso, vamos a seguir deteniendo narcos eternamente, pero el problema va a seguir igual».
Villa Hudson respira (por ahora)
Con el desbaratamiento de esta «boca», Villa Hudson respira un poco. Los vecinos saben que esa casa, al menos por un tiempo, no va a estar vendiendo droga. Los pibes del barrio van a tener que buscar en otro lado si quieren consumir. Las familias que vivían al lado de esa casa van a poder dormir tranquilas sin el movimiento constante de gente a toda hora.
Pero también saben que es una tregua temporal. Que el narcotráfico no se rinde. Que en algún momento, en alguna otra casa, va a aparecer otra «boca». Porque la demanda sigue. Y donde hay demanda, siempre va a haber alguien dispuesto a ofrecer.
Por ahora, un narco está detenido. Setenta y tres dosis de cocaína no llegaron a la calle. Una balanza digital y envoltorios fueron secuestrados. Un celular con información clave está siendo analizado.
Son pequeñas victorias en una guerra que parece no tener fin. Pero en Florencio Varela, en Villa Hudson, cada pequeña victoria cuenta. Porque cada «boca» que cierra es una menos envenenando al barrio. Y cada narco detenido es uno menos destruyendo vidas.
La Policía hizo su trabajo. Ahora la pelota pasa a la Justicia. Que decida si este tipo vuelve a la calle o si paga por haber vendido veneno a los pibes del barrio.
Mientras tanto, en Villa Hudson, la vida sigue. Con un narco menos. Al menos por hoy.
APOYÁ EL PERIODISMO INDEPENDIENTE
Apoyá el periodismo local
Desde hace más de 20 años, Infosur informa con mirada local desde Florencio Varela, Quilmes y Berazategui. Tu aporte voluntario nos ayuda a seguir haciendo periodismo libre, independiente y desde el territorio.
Gracias por hacer posible que sigamos contando las historias de nuestro sur bonaerense.

