El violento robo ocurrió en la madrugada del domingo en la quinta de la comunidad boliviana ubicada en calles 1648, 1673 y 1631. Los asaltantes «disciplinaron» a toda la familia, los ataron, amordazaron y encerraron antes de llevarse una millonaria suma de dinero, electrodomésticos, celulares y objetos de valor. Es el tercer ataque masivo contra la comunidad boliviana en Florencio Varela en menos de dos meses.
EXCLUSIVO INFOSUR
FLORENCIO VARELA – A la 1 de la madrugada del domingo, cuatro hombres armados irrumpieron en una quinta de la comunidad boliviana ubicada en la intersección de calles 1648, 1673 y 1631 en Florencio Varela. Vinieron a robar. Y lo hicieron con una violencia calculada que dejó a una familia entera atada, amordazada y encerrada mientras se llevaban todo: varios millones de pesos en efectivo —según las primeras estimaciones—, electrodomésticos, celulares y objetos de valor.
El método fue el mismo que se repite en los asaltos a la comunidad boliviana del distrito: irrumpir con armas, someter a las víctimas con golpes y amenazas, atarlas para que no puedan moverse ni pedir ayuda, y vaciar el lugar llevándose especialmente el dinero en efectivo que las familias guardan en sus casas porque desconfían del sistema bancario o porque trabajan en la informalidad.
Esta vez, los delincuentes sabían que en esa quinta había dinero. Mucho dinero. Unos dieciseis millones de pesos, tal vez más. ¿Cómo lo sabían? Es la pregunta que atormenta a las víctimas y que la investigación deberá responder. Porque un robo de esta magnitud no es improvisado. Es planificado. Requiere información. Requiere vigilancia. Requiere certeza de que el botín justifica el riesgo.
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La madrugada del terror en La Capilla
Según la información a la que accedió Infosur de manera exclusiva, el asalto ocurrió alrededor de la 1 de la madrugada del domingo. La familia que vive en La Capilla —cuya identidad se mantiene en reserva por pedido de las víctimas— estaba durmiendo cuando escucharon ruidos. Antes de que pudieran reaccionar, los cuatro hombres armados ya estaban adentro.
Los asaltantes los «disciplinaron». Es el término que usa el informe policial para describir la violencia física ejercida: golpes, empujones, amenazas con armas. El objetivo era claro: someterlos rápido, que no griten, que no se resistan, que entreguen todo sin oponer resistencia.
Después los ataron. Manos y pies, con precintos o sogas. Los amordazaron para que no pudieran gritar. Y los encerraron en una habitación mientras ellos vaciaban el lugar con total tranquilidad, sabiendo que las víctimas no podrían hacer nada.
Se llevaron los 16 millones de pesos que la familia guardaba en la vivienda producto del trabajo madrugador en el mercado. Se llevaron electrodomésticos: televisores, equipos de música, lo que pudieron cargar. Se llevaron los celulares de todos los integrantes de la familia, tanto para evitar que llamaran a la policía como porque los teléfonos tienen valor de reventa en el mercado negro. Se llevaron objetos de valor: joyas, relojes, lo que encontraron.
Y después desaparecieron en la noche. Dejando a una familia atada, amordazada, aterrorizada, preguntándose cómo supieron que ahí había tanto dinero.
¿Cómo supieron que había 16 millones?
Es la pregunta clave. Dieciséis millones de pesos no es una suma que cualquier familia tenga guardada en su casa. Es una cantidad extraordinaria. ¿Por qué estaba ahí? ¿De dónde venía ese dinero?
Fuentes cercanas a la comunidad boliviana explicaron a Infosur que muchas familias de la colectividad ahorran en efectivo porque desconfían del sistema bancario o porque trabajan en actividades informales —verdulería, venta ambulante, construcción— donde el dinero circula en efectivo. Además, es común que varias familias junten dinero para enviar remesas a Bolivia o para financiar proyectos comunitarios.
Es posible que ese dinero fuera ahorros de varias familias, o recaudación de alguna colecta, o fondos para algún proyecto religioso. Pero los delincuentes lo sabían. Sabían que ahí había una suma millonaria. Y fueron directo a buscarla.
«Esto no es casualidad», dice un referente de la comunidad boliviana que pidió no ser identificado. «Estos tipos sabían. Alguien les pasó el dato. Alguien que conoce a la familia, que sabe los movimientos, que vio cuando juntaron la plata. No fue de casualidad que fueron justo ahí y justo ese día».
La hipótesis de la marcación previa, del seguimiento, de la información filtrada, es la que manejan los investigadores. ¿Quién sabía que había ese dinero? ¿Quién tuvo acceso a la casa en los días previos? ¿Hay algún conocido, algún proveedor, algún trabajador que pudo haber pasado el dato a los delincuentes?
El tercer ataque contra la comunidad boliviana
Este no es un hecho aislado. Es el tercer asalto masivo contra familias de la comunidad boliviana en Florencio Varela en menos de dos meses. El patrón se repite: delincuentes armados, violencia extrema, familias atadas y amordazadas, robo de grandes sumas de dinero en efectivo.
La comunidad boliviana se convirtió en blanco predilecto de bandas organizadas que saben que muchas familias guardan dinero en sus casas. Y las atacan sin piedad.
«Estamos siendo perseguidos», denuncia otro miembro de la colectividad. «Ya no sabemos qué hacer. Si guardamos la plata en la casa, nos roban. Si la llevamos al banco, nos siguen y nos roban igual. Estamos viviendo con miedo permanente».
El fenómeno de los ataques sistemáticos contra la comunidad boliviana no es exclusivo de Florencio Varela. Se repite en todo el conurbano bonaerense. Pero en Varela alcanzó niveles alarmantes en las últimas semanas.
Las familias bolivianas trabajan, ahorran, juntan dinero. Y eso las convierte en objetivos. Porque los delincuentes saben que tienen dinero en efectivo. Y saben que muchas veces no denuncian por miedo a represalias o por estar en situación migratoria irregular.
Hasta el cierre de esta edición, no hay detenidos. Los cuatro asaltantes siguen prófugos. Y los 16 millones de pesos, junto con los electrodomésticos, celulares y objetos de valor, siguen sin aparecer.
«Estamos trabajando en todas las líneas de investigación», aseguraron fuentes policiales a Infosur. «Pero necesitamos que la comunidad colabore. Que denuncie. Que aporte datos. Sin eso, es muy difícil avanzar».
El miedo que paraliza a la comunidad
Pero la comunidad boliviana tiene miedo. Miedo a denunciar. Miedo a represalias. Miedo a que los delincuentes vuelvan. Miedo a que la Policía no los proteja. Miedo a quedar más expuestos todavía.
Florencio Varela: territorio sin ley
Este asalto se suma a la ola de violencia que sacude a Florencio Varela en las últimas semanas. Infosur viene documentando en exclusiva una seguidilla de robos brutales que tiene al distrito al borde del colapso:
- La anciana de 88 años quemada con agua hirviendo en su casa
- El matrimonio de abuelos atado y golpeado en su vivienda
- El hombre baleado por motochorros
- El robo de más de 5 mil dólares y una camioneta
- Múltiples asaltos a locales comerciales
- Y ahora este mega robo a la comunidad boliviana
En todos los casos: bandas organizadas, extrema violencia, víctimas golpeadas o amenazadas, robos millonarios. Y en casi ningún caso: detenciones efectivas.
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